Fue durante esa época cuando una profusa cantidad de agentes secretos dibujaron la conspiración por el mundo entero, como han recordado los ponentes de esta interesante ponencia. Un “cónclave de espías” en el que han salido a colación las biografías del asesino de Trotski, Ramón Mercader, protagonista del libro “Amor y guerra”, de Amat; Kim Philby, de “Un espía en la trinchera”, de Bocanegra; o el Martín de Arrizubieta Larrinaga, de “La caza salvaje”, de Juaristi. La mesa redonda ha abordado, además, un debate sobre el auge de los nacionalismos periféricos, donde han querido dar su opinión Juaristi, natural de Bilbao, y Amat, de Barcelona. “El nacionalismo vasco no es independentista sino gorrón”, ha calificado el historiador en referencia al interés por los privilegios forales, mientras que la escritora, por su parte, comparó el de Cataluña con un populismo similar al de Venezuela y su propaganda, con la nazi: “La propaganda independentista ha seguido al pie de la letra la del nazismo de Goebbels”.
El espíritu del padrino de estas jornadas, John Le Carré, ha sobrevolado cada ponencia, pero no ha sido hasta esta mañana cuando el escritor y periodista José Luis Caballero ha honrado al alabado autor de novelas como "La chica del tambor" o "El espía que surgió del frío" con una conferencia propia en la que ha repasado la influencia del ex agente del MI6 en la novela de espías, mencionando sus notables títulos del género, icónicos personajes como su George Smiley o los paralelismos de la obra del autor con su propia vida, con especial incidencia del papel de su tormentoso padre, cuyas trazas se perciben en varios personajes de sus novelas.
Por su parte, la periodista y escritora Laura Manzanera ha cerrado la última sesión de las jornadas con un digno homenaje a las mujeres espías, un oficio muchas veces no reconocido pero que no es “algo moderno” sino que se remonta a los anales de la historia, desde las prostitutas que los fenicios colocaban en burdeles para captar secretos hasta las mujeres al servicio de la Inteligencia en nuestros días. No se ha olvidado en su intervención de importantes figuras femeninas como Josefina Bonaparte, “que espió a Napoleón”, o la Condesa de Castiglione, a quien apodaban “la mujer más peligrosa de París”. Aunque no se detuvo personajes de sobra conocidos como Mata Hari, cuyo “trabajo como espía deja bastante que desear”, Manzanera ha desmontado los arquetipos de las mujeres espías, “muy polarizados” y que a menudo las encasillan como la femme fatale o la víctima. “Ahora que está de moda el lenguaje inclusivo, a espía si se le quita el artículo sirve para hombres y mujeres, por lo que no hay que olvidarlas”, ha reivindicado. “A pesar de las diferencias, quiero pensar que ser buen agente depende más de la persona que del sexo”.
Fernando Velasco, director de la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos, ha puesto el broche a estas satisfactorias jornadas de “Letras y Espías” augurando una continuidad al asegurar que este desenlace, lejos de un final, “es un punto y seguido” porque, por primera vez, “se han sentado juntos los escritores con gente del Servicio de Inteligencia, para desmentir, informar y desmitificar”.
De la colaboración entre autores de temas de espionaje y la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos nace “Letras y Espías”, cuyo objetivo ha sido dar a conocer la novela de espionaje y contribuir a la divulgación de la Cultura de Inteligencia.