A finales del año pasado, se dio a conocer la novela ganadora del Premio Café Gijón 2018 que fue a parar a la novela “Las abismales”, del escritor zamorano Jesús Ferrero, todo un especialista en conseguir premios literarios. Si no me falla la memoria este es su undécimo premio, pero este es el que más ilusión le ha hecho, ya que ha trabajado más de dos años y medio para escribirlo.
Esta ha sido la primera vez en que ningún miembro del jurado ha estado presente en la rueda de prensa de presentación del libro. Jesús Ferrero ha estado acompañado de la directora general de Ediciones Siruela Ofelia Grande y de la concejala de Cultura y Educación del ayuntamiento gijonés Ana Montserrat López Moro, encargada, desde hace unos años en bajar a Madrid para agasajar al ganador. “Una persona que lee, disfruta más de la vida”, apuntó la concejala gijonesa empeñada en promover la lectura en su tierra asturiana.
“Las abismales aborda las diferentes formas del miedo, el amor y el deseo en el Madrid actual a través de David, un profesor amante de los mitos, que hará de hilo conductor. La muerte de su novia es el primero de una serie de extraños acontecimientos que se suceden sin relación aparente en distintos puntos de la ciudad. La situación de caos va haciéndose incontrolable y el desasosiego se apodera de todo Madrid como una epidemia. Las masas, desconcertadas, entran en conflicto y aparecen los manipuladores, los demagogos, los profetas, haciendo de coro dramático en una historia llena de pasiones.
“Todos los escritores recurren al miedo porque es tremendamente eficaz y en esta novela he querido jugar con las dos acepciones del miedo, ya que es una dimensión tanto del alma como del cuerpo”, señala el escritor trotamundos. Jesús ha vivido en Pamplona durante su juventud, Barcelona, Ginebra, Paris y Madrid. “Francia es mi segunda patria”, confiesa, precisamente ahora que ve que Macron no ha sabido hacerse con el problema planteado por los chalecos amarillos. “Francia se está empezando a enfrentar con la lucha de clases por primera vez en su historia”, sentencia de manera aguda.
Jesús Ferrero vive en Madrid desde 1994 y esta es la primera vez que escribe una novela en la que la ciudad es la verdadera protagonista. “Me he pateado la ciudad de cabo a rabo. Cuando llegué a Madrid, trabajé como periodista de calle y como no sé conducir y soy muy andarín, me la he recorrido desde el centro a toda la periferia andando”, señala el prolífico escritor que reconoce que también es un noctívago. “Cuando estaba con las correcciones de la novela, me acostaba a las seis de la mañana, como si fuese un joven de 20 años”, dice divertido.
“Para mí, Las abismales es una novela especial y diferente a mi anterior producción, aunque tenga algunos elementos comunes a todas ellas. Como la silla de tres patas que no cojea, la novela tiene tres pies, uno en los mitos, otro en la realidad y el tercero en lo extraño”, elucubra ante los asistentes al desayuno del Café Gijón. Aun así, cree que es una novela que se lee con mucha normalidad pese a todos los elementos extraños que asolan Madrid y que están en la novela. “Siempre he pretendido hacer lo extraño familiar y lo familiar extraño”, corrobora nuestro autor homenajeado.
Cree que la novela se publica en un momento muy oportuno. “Vivimos en una ciudad que sufre un delirio tóxico, parece que una entidad indefinible recorre la ciudad, algo parecido a lo que ocurrió en 1936 cuando la población enloqueció”, declara con acierto el autor de “La noche se llama Olalla”. Para Jesús Ferrero, son esas situaciones las que le interesan y, por supuesto, todo lo referente a la infancia. “Algo ubicado en lo extraño. Enfrentarme a la extrañeza, el bosque de la infancia del que salimos bastante tocados”, expone con vigor.
El escenario de una novela tiene que reforzar la acción
Jesús Ferrero se queja, durante la rueda de prensa, de manera suave de las entrevistas que le han realizado por la consecución del premio. “Una ha llegado a decir que es una novela paranormal”, evoca un poco ofendido. “A veces no se enteran del todo bien, probablemente porque todas las interpretaciones son falsas”, asevera. De ahí que diga que “no conozco a ningún escritor que dé la clave de su novela, el escritor pone el texto y el lector tiene que poner todo lo demás” expone con lucidez y añade “si consigo que el lector se haga algunas preguntas leyendo mi texto, me doy por satisfecho”.
Para concluir, Jesús Ferrero opina que “el escenario de una novela tiene que reforzar la acción”. “Ahora parecemos empeñados en no querer trabajar con la imaginación y con la esperanza”, expone. Tal es así que “cuando yo era un chaval, la sociedad no tenía miedo al futuro, ahora sí”, concluye el ganador del premio de Novela Café Gijón dotado con la cantidad de 20.000 euros.
Jesús Ferrero pasó su infancia y adolescencia en el País Vasco y cursó estudios universitarios en la Escuela de Altos Estudios de París. Es uno de los más brillantes exponentes de la literatura española actual con novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones) y Nieve y Neón. También es autor del ensayo Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y del poemario Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola). Es asimismo guionista de cine y firmó con Pedro Almodóvar el guion -la RAE dice ahora que sin tilde- de Matador. Colabora habitualmente con El País y con National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince lenguas.