La pasión oculta del diseñador gallego Adolfo Domínguez siempre fue la literatura. Cuando llega la noche y abandona la aguja y las telas, y encuentra un momento de paz y sosiego, se pone a escribir. “Yo siempre escribo a mano y en un cuaderno, psteriormente lo paso al ordenador”, dice el escritor en la rueda de prensa de la presentación de su segunda novela “Juan Griego”.
Curiosamente, la primera y única novela, hasta ahora, que escribió lleva el mismo título que la que ahora publica. “Juan Griego salió a la venta hace veinticinco años, desde entonces me he pasado todo este tiempo reescribiendo la novela, al final, no se parece en nada a lo que publique por aquel entonces”, reconoce el reconocido empresario textil. “Siempre he escrito, para mí, la literatura explora todos los límites de la vida y me sirve de terapia”, reconoce el escritor de cejas tan pobladas como aquellos antiguos líderes soviéticos de la URSS.
En la presentación de la novela, le ha acompañado su editora Susana Prieto, responsable de la editorial independiente Defausta. “Hasta ahora habíamos publicado a autores extranjeros clásicos, nunca literatura contemporánea”, confiesa la traductora y editora, y añade “cuando recibí un mail de parte de Adolfo Domínguez, creía que era una tomadura del pelo, pronto nos dimos cuenta que no era así, que Adolfo quería publicar una sólida novela en una editorial independiente porque desconfiaba de las mega editoriales”.
“Juan Griego”, pese a tener el mismo título y el mismo protagonista, no tiene nada que ver con la obra que hace un cuarto de siglo publicó. “Es una historia de ficción basada en la realidad de la dictadura argentina, de aquellos años del plomo. Está escrita en verso libre, algo realmente inaudito en el panorama editorial de nuestro país”, apunta la joven editora independiente. “Estuvimos haciendo un trabajo de edición durante un año, suprimimos pasajes y personajes. Hicimos un trabajo de editing intenso y el resultado creo que es una obra maestra, va a ser un clásico del siglo XXI”, señala con una convicción apabullante. "Entró en el texto, con un hacha en la mano", subraya el escritor.
Adolfo Domínguez pasa casi seis meses al año viajando por motivos profesionales. Dirigir sus tiendas le hace recorrer medio mundo. Las noches en los hoteles son largas y es allí cuando tiene el tiempo de recogimiento necesario para escribir, también lo hace en vacaciones y en los fines de semana, siempre que no entorpezca sus obligaciones familiares. “Tengo tres hijas y otros tantos nietos”, señala con seriedad monacal.
Esa necesidad de escribir es "porque necesito entenderme. Mi obra es muy reflexiva, hablo de economía, de política y, sobre todo, de física. Y tiene muchos diálogos, siempre cortos, que no superen las cuatro o cinco líneas”, cuenta el famoso modista, siempre vestido de negro. “Me encanta Shakespeare, por eso meto tantos diálogos. También me apasiona la épica, los libros de aventuras son pura épica”, puntualiza el autor gallego.
“Como lector, los libros tienen que engancharme desde el principio y no dejarme hasta el final. En la novela, he pretendido eso exactamente”, afirma este gran lector, casi monacal. “Sé que la novela va a ser polémica, por el tema que trato y la he situado en Argentina porque es en el país donde más claramente se ve el retroceso económico por culpa de una pésima gestión de los recursos naturales”, expresa con fluidez, todo lo contrario que un gallego.
Para Adolfo Domínguez, “la realidad es una cosa y la ficción es otra”, opina. La novela va más allá de la realidad pero se basa en ella. De la realidad, hay varias cosas que no le gustan como el tratamiento que estamos haciendo de los inmigrantes. “Los españoles y, sobre todo, los gallegos hemos sido inmigrantes natos, de ahí que deberíamos tratar a los migrantes todo lo bien que nos han tratado a nosotros”, indica con rotundidad. También, cree que “toda sociedad que no proteja a los niños y a las mujeres es una sociedad enferma y que yo no entiendo”.
En su opinión, “los pueblos desvarían de vez en cuando”, ocurrió en Argentina con la dictadura pero, también, en la Alemania nazi o en la Rusia soviética. “Mi protagonista en un militar argentino de la Armada. A los lectores les gusta las personas que están en los límites, militares, policías, etc. porque la vida no se entiende sin violencia, desgraciadamente, nunca desaparecerá”, analiza el escritor gallego certeramente.
Su protagonista se apellida Grecia porque “Grecia es la cuna de nuestra sociedad y de nuestra forma de vivir. Es la raíz de mi vida”, concluye este modisto que, contrariamente a lo que pensaba, no ha escrito un libro de marketing sino una obra sólida y trabajada que huye de todo efectismo mediático. Es una obra donde ha disfrutado escribiéndola y donde ha querido dejar parte de su visión de la vida, en una sociedad en un proceso de descomposición cada vez más acentuado.