Jueves 08 de febrero de 2018
Más allá de las 'profesiones' que están teniendo un gran impacto entre los jóvenes de hoy en día por la aparición y la buena acogida de Internet (como podría ser la de Youtuber) hay ciertos trabajos que siempre se mantienen en buenas posiciones. Y, sin lugar a dudas, una de ellas es la de ser profesor.
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De acuerdo a la XIII 'Encuesta ¿Qué quieres ser de mayor?' elaborada por Adecco, un 6,4% (lo que corresponde a la tercera posición) de los encuestados se decanta por la maestría para su futuro. Si ser profesor es una de tus pasiones, lo tienes más fácil que nunca: conviértete en profesor con la VIU (la Universidad Internacional de Valencia) ¿Por qué? He aquí algunas razones.
Se marca el futuro de otras personas. Todos hemos tenido profesores más o menos cercanos y de alguno se guarda un recuerdo imborrable porque fue diferente y enseñó con pasión para que sus lecciones jamás fueran olvidadas. Para un profesor, el ver que sus alumnos crecen consigo es motivo de orgullo y satisfacción. Con el Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas, se abren muchas puertas para quienes lo estudian en el ámbito laboral, lo que siempre será ventajoso, pero también se sabe que al ejercer se abre todo un mundo de posibilidades a los alumnos y eso no tiene precio. Al final, se va más allá de las lecciones y se repercute hasta en el mismo carácter de esos estudiantes, en cómo interactúan con los demás y, en definitiva, en las herramientas con las que podrán contar para su día a día. Trabajar con vocación. Si se echan cuentas, por norma general, uno pasa un tercio de sus días trabajando y es por este mismo motivo por el que siempre es mejor trabajar en algo que a uno le llene. Siendo así, si alguien se dedica a enseñar es porque le apasiona y esto mismo se transmite en las clases. Aquí no se trata de codearse con jefes y competir con compañeros en una oficina. Se sabe que se es un poco el guía y ejemplo de otras personas y eso ya constituye un motivo suficiente para hacer un Máster CAP (Máster de Profesorado de Educación Secundaria), por ejemplo. Un aprendizaje constante. Es cierto que los alumnos aprenden de los profesores, pero también se da la situación a la inversa. Además, si se mantiene a los alumnos motivados es muy probable que éstos den pie a que el profesor tenga que indagar y no dejar nunca de aprender para poder contestar a todas sus preguntas. Mayor autonomía. Es cierto que hay programas preestablecidos a la hora de dar clases, pero mientras que se cumpla con los objetivos y los alumnos consigan tener la lección aprendida, cada profesor puede hacer que su clase sea todo lo personalizada que quiera. Esto da mucho juego y, cada día, puede ser diferente al anterior. Además, si se mantiene el interés por parte de los alumnos el tiempo pasa volando y siempre se generan más ganas (por ambas partes) de continuar en la próxima clase.
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