El periodista madrileño José García Abad ha presentado hoy su última obra titulada El hundimiento socialista que tiene un subtítulo elocuente: Del esplendor del 82 al cataclismo del 20-N, o cómo hemos caído tan bajo, una precisa crónica de 30 años de un partido que ha conseguido que "un árbol frondoso se ha convertido en un bonsai", afirmó el escritor que no llega a entender cómo Zapatero ha podido gobernar tan mal. El libro ha sido publicado por la editorial Planeta.
Y lo que es peor, que ha engañado a los ciudadanos, primero se les dijo que no había crisis, después que había brotes verdes y finalmente manipuló las cifras del déficit para que no pareciese tan elevado. La gente se ha sentido engañada y le ha retirado el apoyo, incluso muchas personas muy cercanas ideológicamente, suponiendo que tuviese alguna ideología distinta a la destructiva, claro está.
Pepe García Abad se mostró en toda la conversación muy crítico con el anterior presidente del gobierno del que dijo que "ha sido letal para el PSOE" y que según vaya pasando el tiempo se irá haciendo más notorio porque ha dejado un partido absolutamente descabezado y sin ninguna posibilidad, a corto plazo, de arreglar el desaguisado que ha dejado. Además, los dos aspirantes a la secretaría general del PSOE son más de lo mismo.
Presentó el acto el editor y responsable del Área de No Ficción de la editorial Planeta Ramón Perelló, que calificó a Pepe como "un periodista de raza, del cual admiramos el que no haya perdido nunca el hilo de la búsqueda de la verdad". Sobre la obra dijo que "se lee con apasionamiento, si vas en el metro te pasas de estación, si te has dejado el libro en la mesilla de noche, te pasas todo el día deseando volver a la cama". Perelló con ironía y buen humor definió una obra que es para echarse a llorar, sobre todo por lo que cuenta de los últimos tiempos de Zapatero.
Para el periodista y empresario, el anterior congreso del PSOE, el 35, fue una falsa salida a la crisis que vivía el partido socialista en el año 2.000. "Los últimos años de Felipe González estuvieron trufados por la guerra sucia y por la corrupción reinante", señaló García Abad. Y los dirigentes no supieron percatarse de los males que anidaban en el partido. Ni Almunia, ni Borrell estuvieron acertados y abocaron al partido a una salida en falso. La situación, desde luego, no era idílica, demasiados años en el poder habían dado paso a todo tipo de corruptelas. "El caso Filesa es elocuente y lo peor es que de todo el dinero que se sacaba sólo el 10 % iba a las arcas del partido, el resto se distribuía entre unos personajes volcados en su intereses personales", señaló el escritor.
Y todo ello debido a "la torpeza de la arrogancia". Se creían tan seguros gracias a la inmunidad que da el poder, que ni siquiera se hicieron los informes por los que se cobraba. Esta situación llevó al abandono del poder en 1996, cuatro años de travesía del desierto, hasta que en el 35º Congreso apareció Rodríguez Zapatero, ante otros tres candidatos pesimistas y deprimidos. Él abanderó la ilusión, supo generarla y fue el único que habló de la luz al final del túnel, eso y que se supo mover muy bien, gracias a José Blanco, sobre todo. Así, sin tener experiencia de gobierno consiguió alzarse con la secretaría general.
"Evidentemente no era un dirigente de primera, ni un hombre de estado y no tenía experiencia, pero sí un manejo muy bueno del marketing", explicó. Y abundó más sobre el tema diciendo que "no tenía un discurso consistente, su paso fue una aventura, se movió a golpe de improvisación, no se tomó la menor molestia de elegir bien a sus ministros porque él creía que sus virtudes bastaban. Lo que sí exigió fue una fe ciega a su persona". Como vemos, la opinión de José García Abad no puede ser más demoledora, una persona que se reconoce de izquierdas, pero amante de la democracia, de los pesos y contrapesos que hacen de ella de un sistema eficaz.
Todo lo que cree el autor, el ex presidente lo pasó por alto. Exigió esa fe ciega y no le importó sacrificar a sus ministros más válidos y encumbrar a los más incompetentes. El único imprescindible era él y, lo peor es que se lo creyó, porque al fin y al cabo él siempre creyó en su baraka, en su buena suerte. A Felipe González, en una entrevista televisiva, se le preguntó cuál era la mejor virtud de Zapatero y no supo señalar otra cosa que "la buena suerte". Pero la realidad económica es capaz de acabar con todo tipo de suerte y así ha acabado un presidente con pocas dotes de estado.
La semana que viene se celebrará un nuevo congreso socialista. En principio son dos los candidatos a hacerse con la secretaría: uno, Rubalcaba que es un hombre del aparato, una persona que "promete para el pasado", en palabras de García Abad, otra, Chacón, "es Zapatero con faldas", perteneciente al núcleo duro del zapaterismo, el formado junto a su marido Miguel Barroso, amante compulsivo del marketing y Javier de Paz. Cualquiera de los dos candidatos "van a hacer los menos cambios posibles para mantenerse en el poder", dijo irónicamente el periodista madrileño.
Ante esta situación, vuelve a creer que el nuevo congreso se volverá a cerrar en falso, que ninguno de los dos candidatos es la solución, pero puesto a elegir cree que Rubalcaba sí podría hacer una revolución cultural, ya que no es un hombre encuadrado en ninguna facción y sí podría hacer un intento de regenerar un partido que sigue anclado en el leninismo más acendrado, como bien señaló el escritor y ministro de Cultura, Jorge Semprún, cuando afirmó que el PSOE es un partido marrano, en el sentido del judaísmo, es decir, se apartaron del judaísmo oficialmente pero siguieron con sus cultos judaicos. Para Semprún, el PSOE nunca ha abrazado la socialdemocracia y continúa en el limbo leninista.
Si Rubalcaba llega a dirigir el partido socialista podría emprender un cambio profundo en el mismo y conseguir que otro líder pudiese tomar el timón para dirigirlo. Puede que Eduardo Madina o Emiliano García-Page sea uno de los elegidos. Puede que aparezca otro Zapatero por sorpresa. Lo que sí tiene claro el autor es que el PSOE y el resto de partidos están anclados en el pasado y habrá que acometer una regeneración democrática para que los ciudadanos vuelvan a confiar en ellos. Si no se hace, el fantasma de la UCD planea en la memoria de todos o la del mismo Partido Comunista Italiano o ¿Quién iba a decir que el Costa Concordia podía naufragar? Y sin embargo, naufragó. Miren la espléndida portada del libro y piensen qué les recuerda. ¿Quedarán supervivientes para dirigir una nueva singladura?
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