EVENTOS

Álvaro Pombo presenta su nueva novela “La transformación de Johanna Sansíleri”

Silvia Sesé y Álvaro Pombo

“Cada día me parezco más a una calcomanía de mí mismo”

Javier Velasco Oliaga | Jueves 23 de octubre de 2014

El escritor cántabro Álvaro Pombo nos citó en la Real Academia Española (RAE) para presentar su nueva novela La transformación de Johanna Sansíleri. Escogió la biblioteca Dámaso Alonso para el acto. El poeta madrileño, desde el cuadro que preside la sala, observaba distraído y en silencio la lectura de pasajes de la obra del académico que cada día está más identificado con el escritor checo Frank Kafka.



“Los alemanes decían que Kafka escribía mal en alemán”, recuerda el escritor. Su idioma de origen era el checo y los teutones, en ocasiones demasiado puristas, encontraban fallos formales y no apreciaban el bosque literario que había en su obra. “Cada vez admiro más a Kafka y al sionismo heterodoxo como fuente de espiritualidad, justo al contrario que todas esas filosofías orientales tan de moda”, reconoce.

En sus últimas novelas, y en La transformación de Johanna Sansíleri se nota cada vez más su preocupación por la transformación, por la metamorfosis de sus protagonistas que en esta ocasión es más estética que vital. “La novela tiene dos vertientes, una espiritual y otra rural” cuenta. Para llegar a esa transformación tuvo que morir su marido para saber muchas cosas de él, ideal a los ojos de todo el mundo, que no se podía ni imaginar. “Por fin, pudo ser ella misma y sentirse más a gusto después del óbito de su amado esposo”, afirma tajante.

Si por él hubiese sido, nos habría leído la novela al completo para después haber discutido sobre ella. Pero la férrea dictadura del tiempo se lo impidió hacer. Aunque sí leyó los pasajes que él creía más elocuentes para mantener un apasionado debate con los periodistas, más que una rueda de prensa, sobre los “lugares más recónditos del alma humana”, porque al fin y al cabo la novela es una introspección del sentir de la protagonista Johanna Sansíleri, un nombre que “se me ocurrió a mí solito”.

La vida elegante, espiritual y centrada en el yo, es el fundamento de la vida de la protagonista. Ella va vaciando su casa de trastos inservibles, buscando no distraerse en lo accesorio para centrarse en lo principal. En medio de ese proceso hacia lo esencial de la vida, aparece una amiga, charlatana y cotilla donde las haya, que la informa de que su querido marido, “ya de novio, era muy marido”, afirma con retranca, tenía una familia paralela montada al mismo tiempo.

Su mundo vetusto y venerable se desmorona y se hace la siguiente pregunta: ¿qué habré hecho yo para que este hombre se montase otra familia, otra vida paralela? Decide llamar a la otra mujer y hablar con ella. Quedan un día, pero no aparece. Quien lo hace es el hijo y le explica cómo la vida de su madre y él estaba continuamente pendiente de ella, sin conocerla.

Esta trama da pie a que Álvaro Pombo reflexione sobre las ideas autoculpabilizadoras del ser humano. “El carácter del hombre es su destino”, apunta y añade “vivimos ensimismados en nosotros mismos, cada vez nos conectamos más a nosotros mismos. Eso no me pasa a mí, que cada día me parezco más a una calcomanía de mí mismo”. Esa mismidad es la que busca el autor en sus últimas obras, sin olvidar un componente espiritual, cada día más presente en sus líneas.

Para él, “nadie conoce a nadie realmente”, opina. Y en su novela lo intenta demostrar apoyándose en el universo femenino. “Uno de los fenómenos más importantes del último siglo es la transformación de la mujer. Después de tanto machismo, ahora la voz cantante la tienen las mujeres que están haciendo enmudecer a los hombres”, sostiene.

Como Kafka, cree que “escribir es una forma de plegaria y, por supuesto, de transformación. La palabra me transforma, es transformadora. Por eso está tan desencantado con los políticos que no saben utilizar la palabra, al contrario opina que “el lenguaje religioso es fuerte. Hay que dejar los libros de piedad y volver a los textos del Antiguo y el Nuevo Testamento”, donde encontramos la esencia de la palabra transformadora.

También hay que dejar esos libros de autoayuda. “Mis novelas no lo son. En mis novelas hay acción real, gente real que vive sometida a una creciente incomunicación”, asegura. Proclama que vivimos un momento de cambio espiritual en el que se ha de acabar con la maledicencia para dar paso a la benedicencia, la gran palabra que no está en el diccionario de la RAE. En sus manos está que entre en una nueva edición en vez de tanto término anglosajón.

Para Álvaro Pombo “todo adelanto es un atraso” y finaliza diciendo “hay que volverse hacia uno mismo, transcenderse a uno mismo”. Lo hace subido a una escalera de biblioteca que nos recuerda el puesto de vigía de un barco que va sondeando las procelosas aguas del ser y como un capitán Akab, al cual cada día se parece más, capturar la esencia espiritual que necesitamos para desenvolvernos en la vida. Lo dice una persona a la que le hubiese gustado ser senador. Se presentó en dos ocasiones para ello, aunque lo que realmente hubiese querido ser es un senador griego.

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