Dos años después de publicar la primera entrega de continuación de la trilogía Millennium de Stieg Larsson, nos volvemos a encontrar con David Lagercrantz esta vez en la antigua Prisión Central de Mujeres de Segovia, que en los años 1946 al 1956 albergó la mayor cantidad de presas políticas del franquismo, ahora esa tétrica cárcel se ha convertido en un Centro de Creación que mantiene el nombre de La Cárcel gracias a la labor de la alcaldesa Clara Luquero.
Y fue la alcaldesa de Segovia del PSOE la encargada de dar la bienvenida al escritor sueco más leído del mundo. Porque si Stieg Larsson vendió millones de libros, David Lagercrantz tiene el honor de ser el autor del libro que más ejemplares ha vendido en Suecia “Soy Zlatan Ibrahimović”. Un libro escrito en primera persona donde el futbolista sueco reconocía su tendencia a las adicciones. Por desgracia, en España fue publicado por un editorial de dudoso prestigio y apenas tuvo difusión. Sin embargo, fue gracias a ese libro que el editor de Millennium le escogiese para continuar con la saga del reconocido periodista sueco.
El primer volumen de la trilogía inicial “Los hombres que no amaban a las mujeres” se publicó en Suecia en 2005, un año después de su fallecimiento por un infarto agudo de miocardio. No fue hasta 2008 cuando se empezó a publicar en España la trilogía Millennium, después de haber sido publicada en su totalidad en Suecia y en el resto de países europeos. España, como casi siempre, fue de los últimos países donde se edito.
El éxito de la saga ha sido clamoroso, como todo el mundo sabe, de ahí que su editorial sueca decidiese continuar con otra nueva trilogía. Y, para ello, escogieron a Lagercrantz que ya tenía una sólida carrera como periodista y escritor. El libro del delantero centro sueco de procedencia balcánica hizo que recayese sobre él la responsabilidad de la continuación de la saga, con los riesgos que eso conlleva. “Adentrarme en un personaje como Lisbeth Salander me producía un miedo atroz”, me confiesa en un aparte después de la rueda de prensa. Pero, el mundo no es de los cobardes y David Lagercrantz, precisamente, no lo es. Por eso, no rehúye posicionarse en sus preferencias futbolísticas. “En España, soy del Barça”, afirma y me continúa diciendo entre risas y puñetazos “nunca escribiría una biografía de Cristiano Ronaldo, a lo mejor la escribiría de Messi, pero es un hombre de pocas palabras”. Por no decir algo peor.
Pero volvamos a Lisbeth Salander, ya que el otro protagonista, el periodista Mikael Blomkvist, ha quedado en sus novelas en un segundo plano. En “El hombre que perseguía su sombra", nos encontramos a Lisbeth en la cárcel de Flodberga –que debe ser, más o menos, la Segovia sueca- y, también, nos adentramos en su infancia y hasta aquí puedo contar… Pese a sentir un miedo atroz, al enfrentarse a la hacker más famosa del mundo, ha sabido sobreponerse y seguir adelante con el proyecto que inició hace algo más de dos años.
“Con Lisbeth Salander, Donald Trump no hubiese ganado las elecciones. Como todo el mundo sabe lo hizo con el apoyo de los hackers rusos. Lisbeth hubiese hecho algo para contrarrestar ese ataque”, afirma el escritor sueco en la rueda de prensa que dio en uno de los corredores de la prisión segoviana. A continuación señaló el riesgo que estamos corriendo en el mundo con el recrudecimiento de los extremismos de derechas, donde Donald Trump es su jefe. “Los extremistas lo son porque no leen libros”, Trump según confesó hace poco, es de poco leer, lo máximo un folio.
Después del éxito de la cuarta entrega, David Lagercrantz sintió similar presión para escribir la que sería su segunda novela de la saga. “Con esta nueva novela me sentí más cómodo y más valiente. Tengo que reconocer que en esta ocasión me he permitido más cosas”, afirma en la rueda de prensa a la que asistió su editora española Miriam Vall. También apunta que con su primera novela de la serie hubo mucha controversia. “La viuda de Stieg Larsson hizo alguna declaración contra mí, pero yo sólo tengo palabras de agradecimiento. Además, sé que lo ha pasado muy mal por el tema de la herencia y de los derechos de autor”, desgranó ante los periodistas.
“He intentado mantenerme fiel a los personajes que creo Stieg Larsson, al que no conocí. Tengo que reconocer que he puesto algo de mí en los personajes, por ejemplo, Blomkist dejó de fumar, más o menos, cuando yo dejé de hacerlo”, señala el escritor nórdico, que no parece un vikingo, con su típico sentido del humor sueco, que debe ser algo parecido al humor británico. También dijo que el protagonista se acuesta menos con mujeres que cuando lo describía Larsson.
Preguntado por el fenómeno de la novela negra nórdica, algo que se pregunta siempre que viene algún escritor sueco a nuestro país, dijo: “El fenómeno de la novela negra sueca nació debido a que en nuestro país hay mucha seguridad. Nos creemos el mejor país del mundo, dónde no ocurren los delitos que se cometen en otros países. Es la doble moral sueca que denunció Stieg Larsson. En Suecia ha habido abusos contra las minorías étnicas y otros tipos de crímenes. Aún así seguimos siendo un país muy tolerante”.
“Los periodistas son los nuevos héroes de la sociedad”
Para David Lagercrantz existe en el mundo una radicalización de la extrema derecha por eso cree que el papel de los periodistas es determinante. “Son los nuevos héroes de la sociedad. Los medios de comunicación cada vez tienen menos dinero pero se está investigando cada vez más y mejor”, expresa con pasión y añade “el periodismo tiene que ser rápido pero, también, tiene que ser lento. La investigación es lenta”. Se siente ofendido cuando se ataca y menosprecia a los periodistas de ahí que abriese una fundación de ayuda a los nuevos periodistas.
Para finalizar, analiza las similitudes y diferencias que tiene con Larsson. “Ambos compartimos la misma moral y los dos somos un poco frikies, también he descubierto que tenemos similares gustos literarios. Y, al mismo tiempo, somos muy diferentes, a él no le gustaba promocionar sus obras y yo que no soy un escritor humilde como él y me gusta hacerlo”, explica y concluye “Larsson fue un luchador que subordinaba todo a su causa. Yo, no tanto”.