Se ha presentado en los Encuentros de Esles de Cayón el libro, del profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid José Antonio Ruiz Hernando, “Diego de Matienzo y otros maestros de cantería montañeses en Segovia en torno a 1600”, una pequeña joya literaria que ha sido publicada en la colección Las Flores del Tilo de la Editorial La Huerta Grande. ¡Y qué mejor lugar que el propio solar que da título a la colección para llevar a cabo la presentación!
El profesor segoviano contó con la colaboración de sus editores Phil Camino y Fernando Gomarín, encargado del sello, que publica libros con la delicadeza y el amor que un orfebre pone en sus obras. El resultado es un librito de pequeñas dimensiones pero excelso en conocimiento de la cantería de Cantabría, no por eso el significado etimológico de la palabra de la comunidad autónoma es el lugar donde habita la piedra.
José Antonio Ruiz Hernando es profesor emérito de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, Cronista Oficial de la Ciudad de Segovia, Conservador del Alcázar de Segovia, Académico de número de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce de Segovia y Académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Cuenta con numerosísima publicaciones sobre historia de la Arquitectura y del Urbanismo, alguna de ellas: Historia del urbanismo en la ciudad de Segovia; La Arquitectura de ladrillo en la provincia de Segovia, siglos XII al XIII, Los monasterios jerónimos españoles y El barrio de la Aljama hebrea de Segovia.
Su libro es una curiosa guía sobre los trabajos que el cantero norteño dejó en tierras segovianas. “Es, sin duda, el más notable de los canteros montañeses que desplegaron su actividad en Segovia, y en su actual provincia, en la segunda mitad del siglo XVI”, dijo el autor en la presentación sobre este cantero natural del pueblo del que coge su apellido.
“Diego de Matienzo llegó a tener muchísima influencia en la corte de Felipe II, el propio monarca le hizo llamar para corregir unos cálculos sobre el Monasterio de El Escorial, por el contrario, Herrera también se desplazó a Segovia para supervisar la construcción de la catedral nueva”, expuso José Antonio Ruiz Hernando ante la atenta mirada de sus editores. El cantero montañés también dejó su impronta en la iglesia de San Eutropío del Espinar.
Los duendes informáticos jugaron una mala pasada al autor segoviano que no pudo mostrar las muchas diapositivas que había llevado consigo a la presentación. De ahí, que los asistentes nos quedásemos sin poder contemplar ese gran galeón de piedra que se conforma en la ciudad segoviana y que incluye El Alcázar, la Catedral y el Acueducto, esperemos que pronto podamos hacerlo.
El cantero Matienzo fue considerado al final de su vida arquitecto. “Era uno de los pocos que sabía leer y que realizaba los cálculos de sus creaciones”, señalaría el autor. Sólo hizo una mención negativa de Matienzo. “Los canteros montañeses eran una auténtica mafia. Los apellidos y los familiares se repetían hasta la saciedad y no hubo forma de poder democratizar las construcciones en que participaban”, criticó el autor que ha visto que los tics del pasado se siguen manteniendo en el presente.
José Antonio Ruiz Hernando es un estudioso de la arquitectura segoviana y un excelente conversador. Sus anécdotas y referencias históricas estuvieron llenas de humor y rigurosidad a partes iguales y no evitó, en ningún momento, la confrontación de opiniones. Todas favorables a un libro editado con una exquisitez mayúscula.