Después de cuatro años de silencio, Juan Vilches regresa con “Largo invierno en Paris”, una novela sobre la ocupación nazi de la Ciudad de la Luz. La obra sucede entre noviembre de 1943 y agosto del 1944, el momento exacto en que las tropas republicanas españolas desfilaron por la calles de Paris. Se acababan ocho años, desde 1936, de penurias y de batallas para unos héroes que las autoridades francesas intentaron, y lo consiguieron, ocultar su gesta.
Sabido es que los franceses se portaron extremadamente mal con los refugiados republicanos españoles. Sin embargo, a la hora de articular la resistencia contra los alemanes tuvieron que acudir a esos españoles bragados en mil batallas que pese a perder una guerra, seguían teniendo el orgullo intacto. Entre un 2% y un 3% de la población francesa formó parte de la resistencia. El resto pensaba que la ocupación alemana era un mal menor. Querían seguir viviendo en los felices años veinte sin preocuparse de nada más.
También el comportamiento que tuvieron con los judíos fue muy abyecto, baste recordar los sucesos del Pabellón de Invierno que tan bien trató Mario Escobar en su última novela. Quisieron seguir viviendo la Belle Époque a costa del sufrimiento de muchas personas. Otras, como la modista Coco Chanel, quisieron aportar su granito de arena para terminar con esa situación.
“La novela no sólo trata del mundo de la moda, aunque la protagonista sea una modista, hay una buena dosis de espionaje, intriga, misterio y glamour”, dice el escritor alcalaíno en una reunión con blogueros celebrada en el café Gijón, quizá uno de los cafés que pisó la modista francesa en su viaje a Madrid en 1941. “También hay mucho dolor, mucho frío y mucha hambre, en un Paris gris y sin calefacción”, recuerda el autor.
La novela está claramente inspirada en Coco Chanel, aunque cambia el nombre de la diseñadora. “Eso me ha permitido mucha más libertad de acción”, reconoce Juan Vilches con la alegría que le caracteriza. La modista, que llegó a vender 30.000 vestidos al año y tuvo cerca de 4.000 empleadas en sus fábricas y tiendas, cerró todos sus talleres de confección y tiendas durante la guerra menos una. “Ella quería la paz, quería volver al Paris anterior de la guerra y para eso si tenía que hacer de espía, lo haría. De ahí que viajase a Madrid para recabar información de los aliados”, expone el autor de Largo invierno en Paris.
Juan Vilches habla con admiración de esta reconocida modista que vivió toda la guerra en el Hotel Ritz parisino. “Coco Chanel era un mentirosa compulsiva. Conocemos poco de ella porque en las entrevistas se contradecía a sí misma. Tuvo un gran complejo de inferioridad tras su paso por el orfelinato y su condición de pobre”, explica de manera pausada el escritor. La diseñadora francesa fue una pionera en el arte de la moda, fue una de las primeras en quitar el corsé a las mujeres, y en cortarlas el pelo a lo garçon. “Sus críticos decían que quería vestir de pobres a sus clientas”, apunta irónico.
Otra de las leyendas la señalan como “una gran tacaña, cosa que era verdad”, rubrica Juan Vilches y añade “ella quería ser independiente a toda costa y para eso necesitaba una sólida posición económica”. Quizá por eso trabajó hasta los 87 años sin dar síntomas de cansancio o aburrimiento. Algo que sí demostró tener con sus amantes. “Era un persona muy solitaria”, afirma. Después de la guerra, la modista emigró a Estados Unidos donde consiguió un gran reconocimiento tanto por sus diseños de sombreros como por su célebre perfume, sí aquel con el que dormía Marilyn Monroe.
Sin embargo, los protagonistas de la novela no es la modista sino Daniela y Jeff. “Creo que he conseguido que los lectores empatizan con ellos, no así con Gabrielle, ya que es un personaje muy cruel”, nos devela Juan Vilches que estuvo dos años documentándose para escribir la novela y otros dos para dejarla preparada, tal y como ahora la tenemos en nuestras manos.
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