CARTELERA

"Personal Shopper": La materialización del fantasma

Personal Shopper

Por Aleix Sales

Viernes 19 de mayo de 2017

Con "Personal Shopper", Olivier Assayas regresa nuevamente al retrato de personajes perdidos en una vorágine de inestabilidad vital, marcados por un golpe transcendental que imposibilita el proseguir de su existencia en el mundo.



Drama | 105 min. | Francia 2016
Título: Personal Shopper.
Título original: Personal Shopper.
Director: Olivier Assayas.
Guión: Olivier Assayas.
Intérpretes: Kristen Stewart, Lars Eidinger, Nora von Waldstätten, Anders Danielsen Lie.
Estreno en España: 19/05/2017
Productora: Arte France Cinéma / CG Cinéma / Poisson Rouge Pictures.
Distribuidora: La Aventura Audiovisual.

Sinopsis
Maureen, una joven estadounidense en París, se hace cargo del guardarropa de una celebridad. Aunque no le gusta su trabajo, es lo único que encontró para su pagar su estancia mientras espera una manifestación del espíritu de Lewis, su hermano gemelo desaparecido hace poco. Maureen comienza entonces a recibir en su móvil extraños mensajes anónimos.

Crítica
Con Personal Shopper, Olivier Assayas regresa nuevamente al retrato de personajes perdidos en una vorágine de inestabilidad vital, marcados por un golpe transcendental que imposibilita el proseguir de su existencia en el mundo. En su cotidianidad se asienta una obsesión que convive con la esperanza que el paso del tiempo sane esta herida abierta.

“Esperar” es el verbo que usa la Maureen interpretada por Kristen Stewart para definir su estancia en París como “personal shopper”, asistiendo las demandas de una mujer perteneciente a la industria de la moda. Los encargos y el constante vaivén entre tiendas de la más alta línea, símbolo del materialismo imperante de nuestra era, la ayudan a subsistir mientras aguarda el (inmaterial) motivo de su espera: la aparición del espíritu de su hermano, recientemente fallecido súbitamente. Desde este punto de partida, Assayas plantea un film en el que lo puramente físico y visible se imbrica con lo etéreo y aquello objetivamente invisible, con el cual se elabora una reflexión acerca de la pérdida y el duelo en nuestros tiempos de hegemonía material.

Ya desde las referencias que invoca, como es la obra de la artista abstracta Hilma Af Klimt, Personal Shopper pretende establecer una comunión entre estos dos polos por medio de la manifestación de lo espiritual en el mundo presente y observable. Como nexo entre las dos dimensiones, se encuentra su errática protagonista, sumergida en la más pura incertidumbre, tanto contextual como personal.

En este confuso momento de tránsito, sobrevuelan varias cuestiones decisivas estimuladas en su intento de recomposición como ser tras el trance ocasionado por la pérdida: ¿Hacía qué rumbo vagará? ¿En qué o quién aspira proyectarse? ¿Quién fue, quién es o quién será? Preguntas cuyas respuestas parecen asomar puntualmente a lo largo del relato, pero cuya consolidación es imposible que se suceda debido a la causa pendiente que ciega y absorbe a la protagonista. O, tal vez, la realidad sea que su naturaleza como ser se configure a base de esta inconsistencia permanente.

Assayas toma los ingredientes de las historias de fantasmas tradicionales y los mezcla en una trama de thriller con apuntes de drama laboral, conformando un fluctuante estudio que refuerza su percepción sobre la muerte en la contemporaneidad y la (re)construcción de la identidad. Con resonancias lynchianas y hitchcockianas, Personal Shopper instala en su cautivadora atmosfera una tensión que oscila entre el asombro sobrenatural y la amenaza real, la cual se sostiene hábilmente durante todo el metraje gracias al buen pulso de su creador.

Así pues, la película resulta constantemente juguetona para el espectador, pero su mecanismo es limpio, ya que Assayas no dirige completamente al espectador hasta una única posibilidad, sino que permite multiplicidad de lecturas sobre los acontecimientos.

Y esto resulta posible gracias a la pericia con la crea un clima inquietante desde la cotidianeidad de su protagonista, en el que discernir la amenaza real de la imaginaria es una tarea que se disuelve en la frágil línea de percepción de Maureen. Al logrado ambiente del film se debe añadir el acertado casting de Kristen Stewart, cuya pasividad expresiva en esta ocasión hace bien en la composición de la desorientada y (des)encantada protagonista.

De corte pausado, pero indudablemente inquieta; tan previsible como imprevisible, Personal Shopper es otro paso adelante en los análisis de la personalidad durante los periodos decisivos que constituyen la trayectoria de su autor. Un estimulante y entretenido reto para el espectador que, bajo ningún concepto, pretende ser más listo que él, fruto de la honestidad y precisión de un director que, en un envoltorio de desconcierto, tiene aún mucha lucidez en su discurso.

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