Muchos de los que leen esta crítica seguro que ya disfrutaron en su día de Train to Busan (llegó a las pantallas españolas el pasado 4 de enero), el primer film no animado dirigido por uno de los referentes del cine coreano actual, Yeon Sang-ho, un director que consiguió fama y prestigio gracias a dos películas de animación para adultos que desde luego no pasaron inadvertidas (The King of Pigs y The Fake).
Animación | 92 min. | Corea del Sur 2016
Título: Seoul Station.
Título original: Seoul Station.
Director: Yeon Sang-ho.
Guión: Yeon Sang-ho.
Intérpretes: Seung-ryong Ryu, Franciska Friede, Joon Lee.
Estreno en España: 05/05/2017
Productora: Finecut / Studio Dadashow
Distribuidora: A Contracorriente Films.
Sinopsis
Ambientada en un Seúl diseñado con la técnica creativa CGI, Seoul Station narra la historia de supervivencia de varios grupos de personas. Atemorizados por una inminente invansión pandémica zombie, estas pequeñas bandas tendrán que sobrevivir empleando los recursos que irán encontrando en su perpetua huida. La ciudad de Seúl es el terreno donde los jóvenes se moverán, esconderán y lucharán por su vida.
Crítica
Un anciano pasea por el área alrededor de la Estación de Seúl, donde las personas sin hogar se congregan a medida que se va acercando la noche, pero brota sangre procedente de su cuello y parece estar aturdido debido a esta lesión. Un par de hombres jóvenes notan su estado de angustia y van a ver si pueden ayudar, pero cuando lo huelen, deciden dar media vuelta y lo despiden dejándolo desamparado y sin ayuda posible, así que el hombre continúa su camino hasta que acaba colapsado. Entonces su amigo, que ha estado reprendiendo a un hombre de negocios, se presenta y se da cuenta de que pasa algo malo, pero ¿quién puede ayudar en esta sociedad cada vez más poco cooperativa?.
Muchos de los que leen esta crítica seguro que ya disfrutaron en su día de Train to Busan (llegó a las pantallas españolas el pasado 4 de enero), el primer film no animado dirigido por uno de los referentes del cine coreano actual, Yeon Sang-ho, un director que consiguió fama y prestigio gracias a dos películas de animación para adultos que desde luego no pasaron inadvertidas (The King of Pigs y The Fake). Train to Busan consiguió alzarse, entre otros premios, con el de mejor guion y mejores efectos especiales en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges), donde la proyección del film se convirtió en un auténtico acontecimiento para los fans del cine de acción y zombies. Ahora nos llega Seoul Station, que podría definirse como la versión oscura de su adrenalítica predecesora, un ejercicio de estilo mucho más serio y grave en su afán por unir elementos terroríficos con una pátina de crítica social bastante acentuada.
La secuencia de apertura marca el tono político que va a empapar el desarrollo argumental, dejando un tanto apartada cualquier orientación a la acción pura y dura. Aquí se trata de discutir sobre los beneficios de la atención sanitaria universal, lo que sin duda habría ayudado al viejo a poder sobrevivir. Yeon pinta una visión sombría y devastadora de la sociedad surcoreana, concentrándose en el egoísmo y la explotación que aparentemente eran inherentes a él, según él en todo caso, a través de la persecución por toda la ciudad de una joven prostituta (voz de Shim Eun-kyung) acompañada de su novio (Lee Joon).
Todo gira en torno a una posible conciliación romántica, pero aparece una tercera pata de a silla en la figura del padre de la chica (Ryu Seong-ryong) un hombre violento que no dudará en utilizar métodos bastante singulares para poder escapar de las picaduras de los maníacos saqueadores. El viejo que aparece al principio actúa como Paciente Cero en este caso, o al menos, es el primero de los infectados que vemos, y a partir de ahí se desencadena un frenesí loco de rabia asesina, tipo 28 días después de Danny Boyle. Entonces se declara la ley marcial y el país se sume en el caos más absoluto.
Aquí no existen fugas para elementos humorísticos. El drama y el horror se cierne ante u nos ciudadanos que, encima de estar golpeados por los efectos de la crisis y de la deshumanización, ahora deben bregar con un ejército de no muertos que les amenazan con pegarles un buen mordisco. Aunque las situaciones dramáticas se van sucediendo con efecto dominó, sí que hay lugar para un par de secuencias espectaculares que nos retrotraen a las magníficas secuencias de acción que dejaron boquiabiertos a más de uno en Train to Busan. Nos referimos al accidente que sufre la ambulancia que transporta a la protagonista y a aquella otra en la que ésta intenta escapar de la horda viral agarrada a un cable del que no se puede soltar.
Son momentos de intensidad inusual que se reflejan de manera perfecta en las expresiones faciales y que desembocan en un giro final de guion devastador, imprevisible y trágico. Algo que no te esperas venir desde lejos pero que se muestra del todo consecuente con lo que ya se nos ha sugerido a lo largo del metraje.