La reedición del clásico japonés de la ciencia ficción, pasado por la factoría de Hollywood, no ha traído más que preocupación entre los fans del género y, en concreto, del producto original. La adaptación se preveía pasada por el tamiz diseñado para los espectadores occidentales, a través de cuyos poros no suelen cruzar elementos culturalmente más locales, y temáticas no aptas para públicos generalistas.
Acción | 120 min. | USA 2017
Título: Ghost in the Shell: el alma de la máquina.
Título original: Ghost in the Shell.
Director: Rupert Sanders.
Guión: William Wheeler (Manga: Masamune Shirow).
Actores: Scarlett Johansson, Michael Pitt, Juliette Binoche, Michael Wincott.
Estreno en España: 31/03/2017
Productora: DreamWorks SKG / Grosvenor Park Productions / Seaside Entertainment.
Distribuidora: Paramount Pictures Spain.
Sinopsis
Basada en la internacionalmente aclamada saga de ciencia ficción "Ghost in the Shell”. Narra la historia de "The Major", un híbrido cyborg-humano femenino único en su especie, que trabaja en operaciones especiales y dirige un grupo operativo de elite llamado Sección 9. Consagrada a detener a los extremistas y criminales más peligrosos, la Sección 9 se enfrenta a un enemigo cuyo objetivo principal consiste en anular los avances de Hanka Robotic en el campo de la ciber-tecnología.
Crítica
La reedición del clásico japonés de la ciencia ficción, pasado por la factoría de Hollywood, no ha traído más que preocupación entre los fans del género y, en concreto, del producto original. La adaptación se preveía pasada por el tamiz diseñado para los espectadores occidentales, a través de cuyos poros no suelen cruzar elementos culturalmente más locales, y temáticas no aptas para públicos generalistas.
Sorprende en este caso cómo la nueva Ghost in the Shell se ha configurado como un producto no adecuado a la mayoría de la audiencia, tomándose bastante en serio a sí misma y a sus precedentes. La película mantiene las temáticas y conflictos fundamentales, sin desviarlos hacia derroteros más básicos o trillados en general.
Estamos acostumbrados a los grandes productos de ciencia ficción que, incluso mensualmente, llenan nuestras salas bajo la piel de blockbusters o, de vez en cuando, largometrajes más autorales o alejados de las corrientes dominantes de la taquilla. Sin embargo la ambientación ciberpunk es un elemento que parece resurgir tímidamente cada cierto tiempo, con gran presencia o como mera influencia en un contexto diferente. En Ghost in the Shell esta ambientación venía ya marcada de antaño, y el hecho de respetarla y actualizarla es una de las decisiones más acertadas de la película.
A pesar de tener constantes flashbacks que nos llevan hasta Blade Runner (no en vano la obra de Ridley Scott fue una importante influencia para los primeros mangas de la serie), la historia cuenta con un mundo propio, una ambientación futurista con uno de los diseños de producción más envolventes y cuidados de los últimos tiempos. Así, disfrutamos de un espacio que no sólo rodea a los personajes, sino que cuenta cosas de la sociedad en la que viven y cómo ésta es parte de los conflictos fundamentales que afrontan.
Este tipo de producciones deben, desde sus inicios, luchar contra una serie de imposiciones, sugerencias a veces no tan opcionales y controles que hacen que su configuración se vea a veces excesivamente encorsetada por las reglas del mainstream y el dominio de las grandes audiencias. A duras penas parece que ha conseguido mantener los conflictos y reflexiones sobre los elementos que definen al ser humano (tan importantes que una tal Matrix ya los tomó como una referencia). Son temas que configuran el alma de esta obra, son su fantasma a preservar a pesar de cambiar repetidamente la carcasa. Es más notoria esta presión al ver, por ejemplo, cómo la escena del beso lésbico de Scarlett Johansson ha sido amputada del corte final.
Hay que admitir que si Ghost in the Shell funciona se debe en gran parte a su protagonista. La Mayor Kusanagi de Johansson se convierte en un reto interpretativo a la hora de vivir un gran número de emociones y evoluciones internas limitadas por la expresividad de un cuerpo cibernético. En este contexto es sorprendente la solvencia con la que la actriz transmite lo necesario para crear la empatía con el espectador (el punto de vista fijado en ella por el director Rupert Sanders ayuda) sin salirse de la piel de un personaje cuyo único elemento humano es su mente. El resto del casting demuestra ser también un acierto en su elección.
En definitiva, Ghost in the Shell sigue siendo una obra descomunal que se revuelve en este caso dentro de un traje más apretado de lo habitual, pero a pesar de ello saca a relucir sus virtudes, escondiendo los posibles defectos causados por la maquinaria del cine hollywoodiense.