PRESENTACIONES

Presentación del libro: “La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016), de Eduardo García (colección Vandalia)

De izquierda a derecha, Ana Gavín, directora de la Fundación José Manuel Lara; Rafi Valenzuela, viuda del poeta Eduardo García; Luis Alberto de Cuenca, académico y poeta; e Ignacio Garmendia, editor de la Fundación José Manuel Lara (Foto: José Belló Aliaga).

Coincidiendo con el primer aniversario de su fallecimiento

José Belló Aliaga | Miércoles 29 de marzo de 2017

La Fundación José Manuel Lara, ha presentado en el restaurante Saporem de Madrid, situado en la calle Hortaleza 74, el libro editado por esta Fundación, ”La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016), de Eduardo García (Colección Vandalia), coincidiendo con el primer aniversario del fallecimiento del autor.



En la presentación del libro han intervenido la viuda del poeta, Rafi Valenzuela , la directora de la Fundación José Manuel Lara, Ana Gavín, que presentó el acto, el académico y poeta Luis Alberto de Cuenca, que señaló la musicalidad de la poesía de Eduardo García y su gran profundidad filosófica, e Ignacio Garmendia, editor de la Fundación José Manuel Lara.

Eduardo García
La Fundación José Manuel Lara publica en su colección Vandalia la poesía completa del poeta Eduardo García, en el volumen titulado ‘La lluvia en el desierto’, que contiene dos libros inéditos, más otros poemas no publicados y un prólogo también inédito del propio Eduardo García a su proyectada poesía reunida.

Considerado como uno de los autores de referencia de su generación, con gran influencia en los poetas más jóvenes, ha dejado una obra que sobrevivirá años a su muerte prematura. Y precisamente dos de sus más fieles seguidores, Andrés Neuman y Vicente Luis Mora, son los autores del prólogo y del epílogo, respectivamente, de este libro. Ellos recuerdan su relación personal, a la vez que comentan su trayectoria poética, su vinculación profesional y las experiencias que compartieron.

La obra presentada
“Mi relación con Eduardo fue al principio casi discipular; él me enseñó muchos autores y libros que yo ignoraba y que fueron claves en mi formación. Más tarde, pasados los años, la nuestra llegó a ser una relación más equilibrada y simétrica, siempre presidida por una amistad para mí entrañable”, recuerda Vicente Luis Mora, mientras que Andrés Neuman habla de su amigo Eduardo, “hermano y compañero de viaje. Todos los vínculos, emociones y complicidades que pueden establecerse con un semejante, los experimenté con él”.

En el análisis a fondo de su itinerario poético y ensayístico, Mora manifiesta que “pocos libros son más coherentes dentro de la variedad que ‘La lluvia en el desierto’. Su obra poética se componía de diversas ramas, pero todas ellas pertenecían al mismo árbol, un árbol mítico que tocaba las alturas metafísicas, pero que al mismo tiempo insertaba profundamente sus raíces en el suelo de lo real, incluso de lo político. Nada de lo humano, ya sea carnal o intelectual, resulta ajeno a la poesía de Eduardo García”.

Por su parte, Neuman destaca “su fascinante evolución estética, desde una cierta narratividad realista hasta un simbolismo más onírico, sin perder jamás la coherencia. Sus búsquedas estéticas tienen todo el sentido del mundo, viéndolas en perspectiva. En el primer Eduardo se adivina al último, y el último aún parece recordar al primero”.

“Realismo visionario”
Desde los poemas iniciales hasta la formulación de lo que él mismo definió como “realismo visionario”, sin olvidar los depurados poemas últimos, su trayectoria está marcada por la “necesidad de explorar nuevos territorios”. Tuvo el autor una primera etapa que abandonaría, como explica Vicente Luis Mora, “primero siguiendo una dirección digamos hispanoamericana (que abrió sus poemas a la fantasía y la otredad), y luego en pos de una dirección absolutamente particular, suma de sensibilidad poética, mito inconsciente y reflexión racional. Eduardo García –sigue diciendo aportó a la poesía contemporánea un modo de pensar y también de pensarse como discurso expresivo compuesto a medias de racionalidad e irracionalidad; y, sobre todo, demostró lo importante que es tomarse en serio el trabajo de escritura, en aras de crear una poesía digna del nombre. A pesar de su talento natural, Eduardo siempre fue una persona trabajadora y perfeccionista, que nunca daba un poema por terminado. Creo que su ejemplo es una lección para todos aquellos poetas que confunden la inspiración con la ocurrencia”.

Neuman, por su parte, destaca de Eduardo García como explorador de nuevos lenguajes “su capacidad de modificar su formación filosófica en pensamiento lírico, algo bastante infrecuente en la tradición española (a diferencia de la poesía alemana o la inglesa, por ejemplo)”.

‘Cómo escribir un poema’
El autor, además de poeta, destacó por sus trabajos ensayísticos, especialmente su ameno, profundo y bastante exitoso manual de recomendaciones para escribir poesía titulado ‘Cómo escribir un poema’. “Pero su mayor aportación al pensamiento poético –recuerda Vicente Luis Mora- fue ‘La poética del límite’, un acercamiento a la poesía como género que va mucho más allá de una “poética” al uso, levantando una auténtica teoría cuya calidad cuenta con escasos parangones en nuestro país”. Precisamente, su interés por la labor didáctica y divulgativa es digno de elogio para Andrés Neuman, “a la vez que por la reflexión ensayística pura y dura. La simbiosis entre ambos campos me parece muy fértil”, indica.

El legado de Eduardo García
El legado de Eduardo García está vivo, tanto entre los lectores como entre sus amigos, poetas y discípulos, jóvenes creadores que encontraron en él un referente incuestionable. “Pero yo confío –aclara Neuman- que no haya creado escuela. Más que crear escuelas, los grandes poetas las transforman y las rompen”.

Vicente Luis Mora, por su parte, no duda al afirmar que “el autor sí ha influido puntualmente en otros poetas. Creo que ‘La lluvia en el desierto’ puede ayudar a que las generaciones más jóvenes de poetas conozcan su obra”. Y cree que será recordado de tres formas: “como un excelente poeta, como un notable ensayista en temas poéticos y, lo más importante, como uno de esos escasos componentes de la República de las Letras que siempre suscitan una sonrisa de simpatía y afecto al recordar su nombre. En un mundo tan dado al desafecto personal como la poesía española, Eduardo solo cosechó amigos y buenas palabras. Creo que eso dice mucho de la persona que era”.

Autor del vídeo y de las fotografías: José Belló Aliaga

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