Se ha inaugurado, el día 12 del presente mes de enero, en la Galería Elvira González , situada en la calle Hermanos Álvarez Quintero, número 1 de Madrid una exposición individual de Joan Miró (1893-1983), referente fundamental de las vanguardias históricas del siglo XX.
Esta muestra, la segunda dedicada al autor en la galería, está compuesta por dos pinturas, diez esculturas realizadas entre los años 70 y principios de los 80 y cinco obras sobre papel. Esta selección incluye obras que se exponen por primera vez.
La exposición
La exposición se realiza conjuntamente con la familia Miró y la Successió Miró. En ella se hace patente el interés de Miró por la naturaleza, por los objetos cotidianos y por los utensilios vistos como fuente de inspiración poética.
Las primeras esculturas datan de 1930. El artista las denominó construcciones y assemblages. A partir de 1966 Miró realizará esculturas de forma sistemática hasta el final de su carrera, realizando más de 400,prácticamente todas ellas en bronce.
Esculturas
La muestra incluye diversas esculturas en las que el artista recrea, con su lenguaje poético único, un universo enigmático de seres teatrales, como en el caso de Gymnaste (1977), Jeune fille à l’étoile (1977), Danseuse (1981) o Le Chanteur d’opéra (1977). Para componerlas, Miró otorga a objetos cotidianos, tales como sillas, perchas o instrumentos de cocina, una nueva personalidad. El Chanteur Mongol (1971) recoge el timbre de la casa de Miró que sobre una masa de arcilla con un orificio inferior evoca una figura femenina.
El taller de Miró
El taller de Miró estaba poblado de múltiples objetos que muchas veces, combinados de forma aleatoria, concluían en una escultura. Como escribe Jacques Dupin, amigo y biógrafo de Miró: “Todo empieza con una recolección súbita. Miró se escabulle fuera del taller como una sombra y vuelve cargado como un ganapán […] es el tesoro secreto de un vidente, el yacimiento de una riqueza infinita de objetos insignificantes donde Miró reconoce los suyos”.
Así, el artista, como también recuerda Dupin, “a veces se extasiaba ante lo que para mí era invisible”.
Es el caso de la escultura de más de tres metros de altura titulada Souvenir de la Tour Eiffel(1977) uno de los ejemplos más claros de una obra realizada tras un proceso de reflexión, donde la sucesión de ideas, variaciones, añadidos y assemblage de objetos que se encontraban en el estudio del artista se convierten en una escultura.
De esta obra existen múltiples dibujos preparatorios y fotografías del estudio donde se ven los elementos de la obra apoyados en las paredes, en el suelo… Una escultura realizada con una lámpara de mimbre que se apoya sobre cuatro patas cuya pantalla ha sido sustituida por la figura de un cabezudo, concretamente la cabeza de Groucho Marx. Una horca de madera como una peineta remata la pieza que a sus pies tiene una caja repleta de tubos de pintura usados y cables… Todos estos objetos son fundidos posteriormente en bronce. El resultado, una figura lúdica y simbólica, un personaje enigmático que para Miró es el recuerdo de la Torre Eiffel y evoca a los castellets catalanes y los personajes de gigantes y cabezudos que tanto le gustaban.
Tal y como él mismo escribió en una carta a su marchante de Nueva York Pierre Matisse en 1936: “Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz”.
La selección de la exposición se completa con pinturas y dibujos como Oiseau, étoiles (1977),Composition (1976) o Homme, femme et oiseaux dans la nuit (1970). Algunas de estas obras se exponen por primera vez.
Autor del vídeo y de las fotografías: José Belló Aliaga