A propósito de lanzamiento en español de siete relatos de la gran autora victoriana, el escritor y periodista Jhon Tones, conocedor de la literatura fantástica, nos ofrece un texto en el que deja saber algunas de las razones que invitan a la lectura de este clásico que aterriza en las librerías de España. Huso Editorial presenta el próximo jueves 15, a las 19:30 horas, en la librería La Sombra de Madrid, su apuesta de lectura para estas navidades.
Rhoda Broughton podría haber pasado a la historia como un mero pie de página: era la sobrina de Sheridan Le Fanu (creador de Carmilla, una de las referencias ineludibles al hablar del Drácula de Bram Stoker) y fue su pariente quien le animó a emprender carrera literaria, publicando su primera novela en entregas. Pero Rhonda fue algo más que un apéndice en la carrera de su tío: prolífica y casi consagrada a las historias de fantasmas, fue una de las autoras más leídas, admiradas y -debido a la ruptura que proponía con respecto a los débiles personajes femeninos de la literatura gótica- criticadas de su tiempo.
Original, ágil e imaginativa, de socarrón sentido del humor y dueña de un suave pero delicioso ojo crítico, Rhoda Broughton sale de la penumbra a la que había estado relegada en nuestro pais con ¡Y he aquí que era un sueño! una cuidada selección de relatos editada por Huso y que resume sus mejores virtudes: siete historias de fantasmas directas y rotundas que se anticipan a la mecánica de las leyendas urbanas y predicen algunos de los elementos que caracterizarían a la literatura de terror en el siglo XX".
Leerlo invita a asistir, sí o sí
Rhoda Broughton, nacida en Denbigh (Gales, 1840) fue una escritora inglesa de novelas e historias cortas de notable originalidad al tiempo que autora de las más leídas en el período victoriano. Hija menor del reverendo Delves Broughton, descendiente de una influyente familia, creció en Broughton Hall, una mansión de estilo renacentista en Staffordshire, la misma que posteriomente fuera escenario inspirador de muchas de sus obras. Desde su infancia desarrolló, animada, por su padre, el gusto por la poesía y a su educación típicamente victoriana, se integró la aportada por él mismo en el conocimiento de la obra se Shakespeare y los clásicos ingleses. A pesar de sus ancestros aristocráticos, Rhoda dependió toda su larga vida de su talento para escribir, estableciéndose primero en Londres y luego en Oxford por recomendación de uno de los amigos de su círculo, el escritor Henry James.
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