En "Qué raros son los hombres", a veces dramática, a veces cómica; José Ovejero ha adaptado a la escena tres de sus relatos, y los interpreta él mismo bajo la experimentada dirección de Eusebio Lázaro.
Tres historias, tres situaciones diferentes en las que cada personaje tiene que lidiar con situaciones de muy diversa índole.
En el primer relato, Las penas del infierno, nos asomamos a una difícil relación de un hombre con su mujer y con su hija. Ante un matrimonio poco satisfactorio, el hombre se centra en la hija. Recuerda con emoción a la niña que fue, pero a quien tiene delante es a la mujer adulta, que provoca en él sentimientos mucho más difíciles de aceptar.
Después, en Julia, Pablo y el cubo de Rubik, nos encontramos con Julia, que vive su adolescencia y su primera juventud en los años de la Transición. Y atraviesa esas etapas con rebeldía, con rabia. Es políticamente activa, piensa que hay que defender la democracia. se pelea si es necesario con los añorantes del franquismo. Pero para su compañero, Pablo, la vida es oír música, drogarse, estar con Julia. Y a ella no le basta. De ahí surge un conflicto que hace que Julia tenga que elegir: o Pablo y su pasotismo o el compromiso político.
Por último, en Los compañeros de viaje, Elías nos cuenta cómo él y su mujer, conocieron a Carlos y María Elena en una playa de Tulum, México. Y aunque parece que sólo asistimos al encuentro entre dos parejas que van tejiendo una cierta amistad durante un viaje, empezamos a intuir que algo no está bien. Hay ahí una violencia que no acabamos de entender y que se vislumbra una y otra vez en medio de ese recorrido por México. Como dice el narrador, “es imposible conocer al otro. Nadie dice de verdad quién es, lo que lleva dentro”.
Autor: José Ovejero
Intérprete : José Ovejero
Regidora: Edurne Portela
Técnica de luces y sonido: Libe Aramburozabala
Espacio escénico y dirección: Eusebio Lázaro
Entradas: Anticipada con descuento 12 euros reservando AQUÍ / taquilla 14 euros