Esta semana tuvimos ocasión de compartir con Carlos Soto Femenía dos buenos momentos literarios. El primero fue en un hotel de la Gran Vía madrileña y el segundo en Getafe Negro donde ha participado en varios coloquios, uno de ellos con el escritor argentino Guillermo Orsi con el que también pudimos hablar de novela negra y de política, “un género demasiado negro, al menos en Argentina”, nos dijo Orsi. Por desgracia, también ocurre en nuestro país algo parecido.
Carlos Soto Femenía es un mallorquín que ejerce de ello. “La sierra de la Tramontana, donde se desarrolla la novela, es un verdadero paraíso. Casualmente no había estado en un encinar hasta después de escribir la novela”, nos confiesa el autor a un grupo de blogueros y periodistas que tienen la literatura como leit motiv vital. “El carbonero” es la tercera novela del escritor que fue compañero universitario de Lorenzo Silva, quien ha recomendado efusivamente su novela.
También su mujer la escritora y editora, Noemí Trujillo, recomienda a Carlos Soto de manera efusiva. “Su segunda novela, Enemigo innúmero, es una gran obra y tuve la suerte de publicarla en 2013 en Playa de Ákaba -la editorial del matrimonio Silva-Trujillo-“, señala la autora de “La princesita en el asteroide B612”. La amistad que se profesan no influye en las recomendaciones que hacen.
Carlos Soto Femenía cuando se pone a escribir lo hace sin esquemas previos. “Más bien pienso en fogonazos o imágenes. Tengo que reconocer que soy un poco caótico en mi forma de escribir”, nos dice el escritor y añade “mis personajes suelen ser muy independientes de mí. Yo no podría amordazar a los personajes”. Sobre todo a Marc, el protagonista de El carbonero que en opinión de su creador “es una persona honesta, muy directa sin apenas contacto humano, tal vez eso hace que resulte tan frontal. Es tan honesto consigo mismo que no tiene reparos en reconocer cuál va a ser su futuro, a dónde se ve abocado. Reconoce su lucha en contra de ese destino que parece tener marcado por ser quién es”, explica razonadamente en un tono cercano y familiar.
Al autor mallorquín le gusta escribir en primera persona, “cuando escribo me gusta que fluya la intensidad que transmite el narrador. Creo que es la mejor manera de trasladar la angustia vital del protagonista”, señala y agrega “escribo desde el punto de vista del lector. Evidentemente, yo soy mi primer lector, luego viene mi padre y me suele echar buenas broncas si no le gusta el argumento de la novela”.
“El carbonero” ha sido calificado como un noir rural. Carlos Soto no cree que su novela sea solamente rural. “En mi opinión, es una mezcla de novela rural, novela negra y thriller. Sobre todo de éste último género; ya que me gusta mucho la tensión que lleva la historia”, señala. En el thriller es habitual una cierta participación del lector, ya que se mantiene en constante tensión. Hay que recordar que el protagonista comete una serie de crímenes repudiables difícilmente justificables. Durante el encuento el autor repite como un mantra durante toda la charla: no debo contar el final. No quiere que se sepa, lógicamente, para que los lectores estén pegados a la lectura del libro todo el tiempo. Eso sí, avanzaremos que el final es el que tiene que ser aunque ya está pensando en una posible continuación de la novela.
La figura del carbonero es bastante desconocida en la actualidad. Hace poco más de treinta años el cineasta navarro Montxo Armendáriz filmó su obra Tasio donde contaba como se hacía carbón partiendo de la madera de encina. Ahora, vemos que también en Mallorca se hacía una labor similar. Carlos Soto conocía las sitjas, pero no había investigado sobre el tema. Un buen día encontró un artículo en el que un hombre hablaba de su profesión que había ejercido hasta hacía treinta años. "Al descubrirlo no pude evitar tirar del hilo que me llevó a nuestra maravillosa sierra de la Tramontana y los personajes comenzaron a construirse prácticamente solos", apunta en la charla.
“En la novela hay mucha metáfora, muchos símbolos y, por supuesto, mucho silencio. Todo está hecho con mucha intención”, reflexiona sobre su novela. También saca a colación lo que algunos lectores han dicho sobre su forma de narrar, “mi intención no era ese distanciamiento que me han señalado. Si se percibe, quizás sea porque el personaje es muy fuerte y de este modo alcanza una suerte de equilibrio con la historia”.
Su opinión sobre el género rural es muy clara. “Es un género que lo tiene muy fácil para enganchar porque juega con la naturaleza y todos si queremos desconectar y hacer un parón en nuestra vida, nos vamos a un sitio alejado en un entorno rural”. Carlos Soto Femenía reconoce que sólo ha tardado tres meses en escribir la novela. “Eso sí sin hacer ninguna cosa más” y un mes en corregirla. La escribió, prácticamente, de un tirón. “Yo no soy de reescribir, me da pena tirar cosas a la papelera. Lo que sí hago es corregir”, finaliza.
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