En los pocos días que lleva a la venta la novela “Patria” de Fernando Aramburu ha cosechado un sinfín de críticas positivas. En Madrid, la presentación del libro contó con la participación de Iñaki Gabilondo con él que mantuvo un esclarecedor coloquio sobre su reciente novela publicada en Ediciones Tusquets. La polémica acompaña al libro, ya que Aramburu da voz a las personas que no suelen poder expresar sus ideas por falta de libertad.
“Para muchas personas, la patria vasca no es un espacio geográfico, es eso pero además sacralizado. La misión de esas personas es llevar, en sentido bíblico, la patria de un punto A a un horizonte B que no es otra cosa que su paraíso”, así define su país este donostiarra que no tiene pelos en la lengua y que desde la lejanía de Frankfort, donde vive y trabaja, aprecia mejor lo que sucede en su tierra. Fernando Aramburu está empeñado en contar la historia real de su país.
Para el escritor vasco, “la sacralización del espacio es algo que se palpa. Los ciudadanos vascos llevan décadas sometidos a un filtro por el que únicamente pasan los puros, el resto estorba, ya sea por su procedencia o porque no comulga con las ideas imperantes del país”, explica y añade “quien no pasa el filtro, hay que eliminarlo, quitarlo del paisaje, asesinándole, expulsándole o sometiéndole al silencio”.
Pese a lo dicho, Fernando Aramburu no cree que su libro sea un alegato, aunque reconoce que tampoco es un libro equidistante. “Patria" es un fresco de las realidades humanas. Es un alegato contra el dolor, algo que no se puede justificar de ninguna manera”, asevera con rotundidad pero con esa parsimonia que tanto le caracteriza. Siempre habla en un tono comedido para decir su verdad, algo que hace mucho daño a sus críticos.
Para contar la historia de Euskadi de los últimos treinta años, ha utilizado a nueve personajes de diferente condición, donde hay asesinos y víctimas. La historia la cuenta a su manera, lo que ha visto y lo que le han referido personas anónimas. “Lo único que tengo en mis manos son las palabras y con ellas cuento lo que creo conveniente, olvidándome de los prejuicios de nadie”, apunta con seguridad.
En la charla con el periodista vasco, reconoce que disfruta hablando de la técnica literaria, “es lo mío”, su profesión de filólogo está muy presente en sus obras. “Una novela tiene que funcionar como un artefacto literario. El episodio del asesinato está narrado de nueve diferentes maneras por cada unos de los protagonistas y no lo he hecho de manera consecutiva”, desvela durante la charla. “La técnica literaria no debe notarse en una obra”, afirma con decisión, aun reconociendo que él es un mal lector de novelas porque “soy incapaz de creérmelas”.
“Creo que mi novela tiene una densidad emotiva muy fuerte”, sostiene. Y ha procurado utilizar un vocabulario selecto, al igual, que reducir al mínimo las palabras en euskera. Además cree que para facilitar la lectura debe tener el texto una sintaxis sencilla y asequible. “Tanto en el País Vasco como en mi novela, las mujeres son las que llevan la voz cantante. Tienen la potestad de la palabra y son las que verbalizan los sentimientos. Los hombres somos especialistas en decir cosas en silencio”, expone durante la conversación.
"La literatura llega hasta donde no llega la historia o el periodismo"
Fernando Aramburu trata de realizar un trasunto de la realidad para el lector, pero no de una forma informativa. “Creo que la literatura es capaz de llegar hasta donde no llega la historia o el periodismo. El ingrediente emocional es fundamental en la literatura y los otros géneros no lo tienen”, refiere este escritor que va como una esponja por la vida, empapándose de las personas que ve.
Su novela va a servir para que se conozca la historia silenciada de muchas personas. “Yo me considero una víctima, me he sentido agredido. Las consecuencias de los actos son políticos y hay mucha gente silenciada por miedo”, apunta. Se considera, en cierta forma, continuador de la obra de Ramiro Pinilla, “yo empecé mi narración donde él lo dejó”, cuenta y lo hace con una valentía silenciosa como los hombres del País Vasco.
“El tiempo de cicatrización del terrorismo va a ser muy largo, pasaran generaciones. Ahora en Euskadi se coexiste, no se convive”, finaliza su intervención, a la que han asistido políticos como María del Mar Blanco o escritores como Luisgé Martín y Edurne Portela quien acaba de publicar en Galaxia Gutenberg “El eco de los disparos”, un trabajo sobre la violencia terrorista.
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