Después de los éxitos cosechados con Anagrama y Angle Editorial, el escritor italiano Niccolò Ammaniti vuelve a Barcelona para presentar su última obra, "Anna", la historia de supervivencia de una chica de trece años en un mundo distópico.
Ammaniti recurre de nuevo al leitmotiv de su obra literaria, la niñez y adolescencia, para explicar la historia de Anna, una chica adolescente que vive en una Sicília distópica donde los humanos mueren al llegar a la edad adulta. Aunque la narración de Anna es cruel y triste, el mismo autor confiesa que ése era precisamente su sueño de pequeño, «un mundo sin adultos, donde no se me dijese qué hacer, donde pudiese entrar en un supermercado y comérmelo todo, sin normas». Niccolò Ammaniti encuentra precisamente muy estimulante como escritor poder narrar una distopía y crear sus reglas, confiriendo a la novela una parte de territorio real e histórico (Sicília, cumbre del Mediterráneo) y una creación desde cero. «Como un Western», ríe. Pero, ¿cómo puede estar una distopía (etimológicamente, un no lugar) basada en un sitio tan real como lo es Sicília?, se le pregunta. Piensa su respuesta unos segundos en total silencio y responde finalmente con un italiano rapídisimo, que le resulta más natural que sus historias sucedan en lugares que conoce. «Sé que no es un escenario típico, pero de pequeño me preguntaba por qué siempre eran los estadounidenses los que tenían la suerte de ver ovnis y zombies».
La inquietud de escribir Anna surgió durante su viaje solitario a Creta, donde vio niños jugando en la playa, completamente solos. ¿Qué pasaría si los niños perdiesen a sus padres, cómo evolucionarían? «La historia que se tiene que narrar es la que suscita preguntas y no respuestas», suelta con tono divertido y serio a la vez. ¿Por qué basarse otra vez en la adolescencia y la niñez? Pues porque es una metamorfosis: uno no cambiará tanto ni tan repentinamente como en la adolescencia. Le interesa la condición del adolescente, en qué situación familiar ha crecido, si eso hace que se comporten de una u otra forma, «me gusta pensar en estos temas», se excusa con una sonrisa. Y en este sentido, la condición familiar y social de Anna marca mucho a la protagonista, quien representa un canto a la esperanza según el autor. Dice que la hizo mujer porque las mujeres siempre tienen más esperanza que los hombres, y a la vez asume que supuso un reto, pues esta es su primera protagonista. Antes, dice, se identificaba con los personajes protagonistas de sus novelas. ¿Cómo escribir pues siendo una mujer? «Quise escribir la mujer de la que me hubiese enamorado de adolescente. Siempre me gustaron más así, tozudas, poco femeninas, peleonas. Hasta tuve celos de Pietro (el otro personaje masculino de la novela)».
Si Anna simboliza la esperanza, ¿quiere decir que el libro en sí es esperanzador? Para Ammaniti no existe ninguna duda de ello: le fascina cómo incluso en los peores momentos, la humanidad ha tenido siempre esperanza. Pone de ejemplo los lager alemanes, donde los presos se aferraban a la vida. La esperanza de Anna no es pacífica, explica: no es conformista, lucha para que la vida le vaya mejor.
Acaba: «La vita è cara, la vita è bella».
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