El día 4 de julio de 1934, en una de las sesiones más roncas de la Segunda República, tras la intervención de José María Gil-Robles, uno de los diputados de la CEDA llamado Jaime Oriol se lanzó al cuello de uno de los diputados socialistas Juan Tirado Figueroa y le propinó un puñetazo. Varios diputados socialistas acudieron en su defensa, entre ellos Indalecio Prieto que sacó una pistola y apuntó al político de derechas. Indalecio Prieto alegó que un diputado de la CEDA había sacado otra unos minutos antes. Por desgracia las balas y las pistolas no son nada nuevo en el Congreso de los Diputados, la única forma de que no hablen las balas es que lo hagan los libros.