A veces el destino te juega malas pasadas. Otras veces ocurre exactamente lo contrario. Volvía de Valladolid y un pinchazo en una de las ruedas del coche me hizo detenerme en Rueda. Cualquier excusa es buena para visitar esta localidad vallisoletana y más si te gusta el vino. Y a mí, me gusta, y más el vino de Rueda. Así que aproveché el parón para visitar dos de sus bodegas más emblemáticas.