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Teatro Lara

18/06/2024@11:11:00

En el grupo 016 de los epígrafes de Actividades Artísticas figuran los humoristas, los caricatos, pero también los excéntricos, los charlistas o charlatanes, los recitadores, ilusionistas, etc.

Elizabeth Siddal no estaba segura de nada. Ni siquiera de que abril fuera el mes de las lluvias. Fue arrinconando silencios y miradas para los retratos que le hicieran.

En más de una ocasión y, dentro de nuestra vida cotidiana y anodina, nos hemos tenido que ver en ciertas situaciones límites. Llámese, por ejemplo, no poder más en un atracón de comida y seguir, a pesar de ello, comiendo. O tener que correr al límite, con el corazón desbocado saliéndose del pecho, para que no se nos escape el autobús y tener que esperar después más de diez minutos al siguiente. E, incluso, y este es el caso al que vamos, quedarnos encerrados, por un tiempo que a nosotros nos parece una eternidad, en un espacio más o menos infranqueable: un ascensor, nuestra propia vivienda, en un aula, en el hospital, en un garaje donde no encontramos el coche, en el rellano de la escalera, (sabiendo que, al menos, tres mirillas nos están observando), en el estudio de un “pódcast”, en un tren o, más allá, en un búnker. Que todo puede suceder.

Una boda es uno de los acontecimientos sociales más incoherente. Aunque se le quiera dar una aparente normalidad, en realidad todo se sale de quicio. De entrada, la gente se disfraza de pretendida elegancia y se observa y se critica cómo van los demás. También se bebe y se come más de la cuenta con las consecuencias que eso acarrea de forma inmediata en algunos casos y, posteriormente, en otros. Algunos bailan desenfrenadamente como si no hubiera un mañana. Otros pierden el sentido del pudor, sacan sus armas seductoras, desenfundan su lengua viperina para criticar a quien no conocen o aburren solemnemente pretendiendo ser graciosos.

Tres sombreros de copa se quedaron olvidados en un hale-hop imposible. Cuando ya nada se esperaba que pudiera cambiar, cuando el protagonista de una noche loca de ilusiones, vuelve al despertar de la mañana con el canto del gallo y la luz del faro apagándose. Y se marcha a su destino que no quiere, pero es el que le tienen asignado.

Se estrena en septiembre en el Teatro Lara

Cuatro actores. Unas improvisaciones. Una reescritura. Unos ensayos. Más ensayos. Unas músicas. Una escenografía. Unas luces. Un vestuario. Una coreógrafa. Más ensayos. Y mucho amor. "Felicidad".

Debido al éxito cosechado en sus dos primeras temporadas, el musical familiar ESOS LOCOS FANTASMAS regresa a las tablas del Teatro Lara (c/Corredera Baja de San Pablo, 15) este domingo 28 de febrero. El horario de representación durante esta tercera temporada seguirá siendo todos los domingos a las 12.00 de la mañana. Además de una función extra el sábado 26 de marzo.

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Las relaciones entre artista y musa siempre han dado mucho que hablar, pero si nos atenemos sólo a esta premisa no habremos entendido la sentida actuación de María Giménez de Cala en el papel de Elizabeth Siddall, la mujer que aparece sumergida en el famoso cuadro prerrafaelista de Millais, Ophelia, y que dijo: «El amor de una mujer nunca es breve».

Deja que hablen, que piensen que estás enferma, que escriban, que se interesen, que sumen, que saquen conclusiones, que crean aunque sea mentira,. mientras nos dé fama, dinero, mientras nos conozcan, mientras sirva para nuestros intereses.

Sentir un enamoramiento es como un golpe contundente o, simplemente, con una sucesión de elementos que se van alineando hasta llegar al convencimiento de que necesitamos estar y compartir con la otra persona.

La palabra como argamasa y paleta con la que modelar las pasiones humanas. Palabras que unen y destierran a unos personajes entregados a sus miedos. Palabras que configuran el caos de la existencia al que se ve avocado el acoso del amor. El amor y sus intrigas elevados a la enésima potencia. Garra y desgarro. Pasión y furia. Esperanza y ocaso.

Basado en poemas y textos del exilio del poeta uruguayo se estrena el 3 de agosto

En abril de 1985, el poeta uruguayo Mario Benedetti regresaba a su país después de casi doce años de exilio. La dictadura militar instaurada a finales de 1973 tocaba a su fin, y muchos uruguayos debían enfrentarse a la vuelta, a recuperar su vida allá donde la dejaron más de una década antes. Era el tiempo del desexilio, término que el propio poeta acuñó y del que se convirtió en baluarte a través de sus poemas y novelas.