Por Alberto Pino
El cine siempre ha parecido sentir predilección por una serie de granujas sin escrúpulos pero con códigos internos, criminales inteligentes o pintorescos con grandes planes en mente: los atracadores. Convertida en un subgénero en sí mismo, las películas de atracos han ido renovando sus figuras protagonistas para tratar de seguir conectando al espectador con estas personas de dudosa ética y moralidad.