El altar de la mirada (prólogo)
No por ser interesante —o quizás ni llegue a eso— cuanto se diga previamente a la lectura de un libro de poesía deja de ser innecesario el hecho de hacerlo. El arte literario, incluso cualquier tipo de arte, no necesita explicaciones, no espera que alguien prepare a su destinatario ni merece acotarse con interpretaciones reduccionistas, que por otro lado, no dejan nunca de ser subjetivas. La palabra es comunicación en sí misma para el lector, quizás la unidad mínima de significación, por tanto, dejemos que las palabras, en este caso, las de Atilano Sevillano Bermúdez, sean las que expresen la verdadera necesidad de estos trazos, su natural urgencia.