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Pedro Sánchez

PLAZA DE GUIPÚZCOA

10/09/2024@07:07:00
El carácter y la actitud lo son todo en la vida. Un ejemplo. Fíjate qué bien lleva la fatalidad José Luis Ábalos. Sigue siendo un hombre irónico, sonriente y cariñosón, pero nadie se ha fijado en eso. Hemos perdido la humanidad y no reparamos en los valores de las personas.

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No tienen piedad con Joe Biden. Luego dicen que la democracia es un avance de la humanidad ¿Qué humanidad? Cada vez somos más intolerantes.

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Soy una egocéntrica de manual y pienso que hay un tipo de cosas que solo me pasan a mí. No entro en detalles porque ahora mismo ser columnista es muy jodido y si lee esto Pedro Sánchez creerá que compito con él en victimismo exhibicionista.

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Hacer de la necesidad virtud, dijo Sánchez para justificar la Amnistía. Es como decir hacer de tripas corazón. Supongo que se refería a las tripas y no a las virtudes teologales de la doctrina católica: Fe, Esperanza y Caridad. O a las virtudes cardinales platónicas. Vete a saber. Mejor lo dejamos. Apaga y vámonos, que es como decir, aquí paz y después gloria.

El dandi enloquecido que encarnaba Jack Nicholson. El agente del caos con sus ojos hervidos en cráteres de khol al que dio vida Heath Ledger. El psicópata de sonrisa acuchillada que interpretó Joaquín Phoenix en su última versión. Todos se quedan en simulacros ante la estampa de Pedro Sánchez durante su sesión de investidura, el pasado 15/N. Han transcurrido quince días, y su imagen permanece indeleble.

Como la mayoría de nosotros sabemos, por experiencia personal o por casos cercanos de familiares o amigos, la tendencia predominante en cuanto a las terapias para enfermedades graves, como el cáncer, consiste en la cronificación del mal, y no tanto en su erradicación definitiva, objetivo deseable pero inalcanzable en muchos, en demasiados casos, para la actual ciencia médica. Lo que viene a confirmar un sabio refrán (de esos que ponen como unas castañuelas a Pedro Sánchez) atribuido a Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”.

Confieso que he hecho trampa antes de empezar. Pero si titulo este artículo “etiología de las falacias populistas” no lo lee ni Petete, y usted ya lo está leyendo. Espero que la confesión consignada en la primera línea no le contraríe tanto que desista de continuar con su lectura. Verá como al final hay premio. Admito que para escribir el título he jugado con la ambigüedad del genitivo preposicional, objetivo o subjetivo, del castellano, buscando dar un golpe de gong al principio que anime a un número suficiente de lectores a franquear el pórtico de las mayúsculas. Pongamos un paralelo: “El miedo de los persas”. ¿A qué se refiere? ¿Es el miedo que los griegos tenían a Jerjes y a los suyos o, por el contrario, el miedo que les tenían los persas a los griegos? El miedo de los persas puede significar cualquiera de las dos cosas. Pues aquí pasa lo mismo. La mentira de la democracia española no implica que la democracia en nuestro país sea falsa –de hecho voy a sostener exactamente lo contrario- sino que, siendo una verdadera democracia, contiene una falacia. Veamos cuál.

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Tengo serias dificultades para abrir cualquier tipo de mecanismo. No solo engranajes complejos, sino recipientes domésticos y cotidianos. Lejías, blanqueadores, anti grasas y todo tipo de productos con garantía “triple acción”. Me resulta misión imposible.

Según José Manuel Albares, la seguridad y la dignidad nacional están en peligro por las declaraciones del más alto dignatario argentino. El ministro de Asuntos Exteriores ha desencadenado -a instancias de su jefe Pedro Sánchez- una tormenta en una taza de mate, y el triángulo de las Bermudas de esta tragicomedia está integrado por el presidente de la República Argentina, Javier Milei, la esposa del presidente del Gobierno español, Begoña Gómez, y su ilustre marido, que ha aprovechado la coyuntura que le ha servido en bandeja su acérrimo enemigo, Santiago Abascal -experto en proporcionarle balones de oxígeno en momentos delicados- para tratar de mejorar la posición del PSOE con vistas a las elecciones europeas.

Sufro, luego soy. El shock de sus leales, la crisis de gobierno, todo el maremagno desatado por el arrebato entre peronista y absolutista de Pedro Sánchez –“Después de mí, el Diluvio”-, se resuelve en esa frase con la que Pascal Bruckner subtitula su último libro: ‘Portrait de la victime en héros’ -Retrato de la víctima como héroe-. Una pandemia de nuestro tiempo que el filósofo francés disecciona con la misma prosa incisiva con la que analizó las otras dos: ‘La euforia perpetua: sobre el deber de ser feliz’ y ‘La tiranía de la penitencia: sobre el masoquismo en Occidente’.

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No voy a escaquearme sin desearte felices fiestas porque el 25 y el 31 no haya periódico. No soy borde, soy antisistema. Las navidades me la bufan.

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Los bajitos tenemos mala leche y a los altos les duele la espalda. Esto es así y no le des más vueltas. Entre una cosa y la otra me quedo con la mala leche.

Tras el diluvio universal, los herederos de Noé se establecieron en la llanura de Senaar. Era la tierra toda de una lengua y de una misma palabra. Y dijéronse unos a otros: “Vamos a edificar una ciudad y una torre cuya cúspide toque a los cielos y nos haga famosos”. Bajó Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres y se dijo: “He aquí un pueblo uno en que tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos, pues, y confundamos su lengua de modo que no se entiendan unos a otros”. Por eso se llama Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda, (Genesis, 11-1/9). Según Nácar y Colunga, estaban unidos y la unidad de lengua les daba fuerza y les permitía desafiar a Dios, pero la diversidad de lenguas era causa de aversión y de división.

Plataforma per la Llengua ha qualificat avui d'insuficient la proposta del president del govern espanyol, Pedro Sánchez, de "desplegar l'ús del català" a les institucions europees.

Pocos espectáculos más patéticos que la aparición del presidente Sánchez el pasado miércoles, ante el grupo socialista del Senado. ¿Qué era aquello? ¿La Corea de Kim Jong-Un? ¿El último reducto de los davidianos? ¿La orquesta del Titanic viendo venir el iceberg? Todo el aforo puesto en pie ovacionándole -cada aplauso una puñalada- tan ajeno a la autocrítica como a la sanción de la derrota. Él avanzando, demacrado, la sonrisa una mueca, la mano en el pecho, como el caballero de El Greco mutado en el de la Triste Figura.