Siempre he sido una persona muy miedosa y asustadiza, en especial cuando era más pequeña, y principalmente lo era en casa, donde temía que en algún rincón oscuro y silencioso pudiera aparecer cualquier tipo de ser sobrenatural. Es por ello que mi abuela siempre me decía que a quién debía temer no era a los muertos ni los fantasmas, sino a los vivos de la calle.