Lo conocí en Bilbao, hace veinte años. Él sumaba ya cuarenta lejos de este mundo pero, a decir verdad, parecía el visitante más vivo del Guggenheim. Mark Rotkho, el maestro del expresionismo abstracto, había nacido en Letonia, un 25 de septiembre de 1903, y murió en Nueva York el 25 de febrero de 1970, reventado a base de barbitúricos después de intentar cortarse las venas con una cuchilla oxidada, en la soledad más absoluta.