22/06/2019@06:54:50
En un pasaje de su libro Una casa de palabras, Gustavo Martín Garzo entrelaza dos anécdotas en cuya halda, si ustedes me lo permiten, me voy a parapetar. En la primera, una monja llamada Catalina (zarandeada por la curiosidad) interroga a San Juan de la Cruz acerca del comportamiento de las ranas. Quiere saber por qué se sumergen justo cuando él las pretende admirar. La respuesta del fontivereño no por evidente pierde su carga trascendental: lo hacen, querida Catalina, porque dentro del agua se sienten más seguras. A salvo, de la realidad.