Tuviste un solo amigo, un espejo mellizo en el que reflejarte: Mário de Sá-Carneiro, el escritor frenético, el suicida precoz, el simbolista.
29/05/2016@07:01:15
Fueron tantas las tardes de rutina bibliófila, fueron tantas las noches de picadura triste y aguardiente a la sombra confusa del Chiado, allí en A Brasileira; tu sombrero británico y tu amor por Ofélia recorriendo las calles de la blanca Lisboa. Tu fama de misántropo absoluto, de raro entre de los raros y de anónimo no era acaso veraz: siempre fuiste un remedo de arcoíris, una flecha visible, una voz empeñada en renovar la pobre balaustrada en la que reposaban las manos de tu Lengua. Pero faltaba algo, un vuelco a la tetera de la idea, un impulso postrero que te alzase al templo cenital de la poesía; faltaba el magisterio, faltaba la presencia.