Los procesos de escritura fuera de la norma no son una novedad dentro de la literatura, baste si no, recodar el movimiento surrealista de principios del siglo pasado y su proceso de escritura automática, o los experimentos que protagonizó William Burroughs a través de su método CUT-UP (cortar y pegar), y que tanto influyó en los miembros de la beat generation a mediados del s. XX, «dando fruto a términos de invención propia, construcciones gramaticales imposibles, palabras desprovistas de significado, pero cargadas de sonoridad, es decir, poesía en prosa con la que evocar determinadas atmósferas o ambientes que nos lleven a estados psicológicos y no sentimientos» (tal y como nos apunta Anxo Cuba en su magnífico artículo “El universo extremo y delirante de William S. Burroughs”).