Lo maravilloso en nuestra tradición literaria comienza con una Noche de Reyes que tiene mucho en común con la colección de cuentos más celebrada de todos los tiempos: Las mil y una noches. Evocamos a Shahrazad, la ingeniosa muchacha que consiguió esquivar la muerte narrando cada noche un relato maravilloso ante un califa insomne, y con cada una de sus historias nos preguntamos si la literatura puede desafiar a la vida. Como en el desafío del genio ante Aladino, dentro de este libro de libros arde una lámpara incandescente que ilumina más de dos mil años de historia. De hecho, en las tablillas de la biblioteca de Asurbanipal ya existía una que contiene el embrión de las Mil noches. De siglo en siglo, de Persia a la India, del sánscrito al chino, hasta el árabe de los abasíes y los omeyas, este libro-sueño, obra abierta por excelencia, ha venido creciendo a partir de su leyenda sin que se sepa a ciencia cierta cuál fue su comienzo ni dónde paró su final. Un enigma más, entre las muchas paradojas que envuelven su misterio y su sentido.