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javier claure c

26/11/2024@16:16:00
La ciudad vieja de Estocolmo está rodeada por edificios antiguos, canales de agua, puentes, iglesias; y da la impresión que las piedras han memorizado el paso de los siglos. En este sector se encuentra una mansión, construida en el siglo XVIII, que respira historia y humanidad. Me refiero al Museo del Premio Nobel que se inauguró en el 2001 para conmemorar el centenario de los Premios Nobel. En su interior late la esencia de las mentes más lúcidas que han revolucionado el mundo con su creatividad.

En enero de 2004 emprendí un viajé a Bolivia después de muchos años de ausencia. El periplo comenzó en el aeropuerto de Estocolmo. Era una mañana gris y fría que se deslizaba lenta entre los cristales empañados de la terminal. Allí, rodeado de desconocidos que como yo, cargaban sus maletas llenas de historias, me sentía feliz al solo pensar que retornaba a la tierra en donde se forjaron los primeros latidos de mi identidad. A esa tierra que me sostuvo cuando aún no sabía caminar y que me enseñó, con la paciencia infinita de una madre, a dar mis primeros pasos en la vida.

La flor de cerezo, también llamada «sakura» en japonés, es una flor pequeña con delicados tonos rosados o blancos que se van esparciendo por las ramas de un árbol no muy alto. Estos árboles son originarios de Asia Oriental, y se han cultivado en Japón durante más de mil años. El «sakura» tiene un impacto significativo en la cultura contemporánea de Japón. Se dice, por ejemplo, que los samuráis adoptaron la flor de cerezo como símbolo de su filosofía de vida. Uno de los festivales más famosos de Tokyo, y que atrae a miles de turistas cada año, es el Festival de los Cerezos en Flor.

Como todos los años a principios de diciembre, más exactamente el viernes 8 del mes pasado, la Biblioteca de Rinkeby se convirtió en el epicentro de un agasajo a Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023. Fosse llegó, en un coche de la Academia Sueca, a las diez en punto de la mañana. Entró a la Biblioteca acompañado de dos alumnas que llevaban gorros rojos de Papá Noel, y se sentó en la primera fila junto a Gunilla Lundgren, escritora y directora del proyecto Nobel de Rinkeby desde hace muchos años.

La historia del destierro es tan antigua como la propia historia del hombre. En Grecia y en Roma, el destierro o el exilio era la pena máxima que se le atribuía a un ciudadano, cuyos actos eran considerados un delito en contra de la religión. El mismo destino le esperaba a la persona que se salía del marco de la legislación. El emigrante, el exilado o la persona que ha abandonado su país por causas económicas o sentimentales; deambula, a un principio, por senderos de inseguridad, de angustia y de temor. Tiene que renacer para adaptarse al país acogedor, a las costumbres, a la comida y a un nuevo idioma.

En el vasto universo de las ideas y las corrientes filosóficas que han moldeado nuestra civilización, pocos métodos destacan tanto por su simplicidad y profundidad como la mayéutica. Esta palabra viene del griego “maieutikós” que significa partera o partero. Es decir, hace alusión al acto de parir. En otras palabras, de traer criaturas al mundo.

El mundo literario boliviano, una vez más, se viste de luto ante la triste noticia del fallecimiento de una de las plumas más destacadas de Bolivia y una figura prominente en la escena literaria internacional. El sábado 20 de enero murió la escritora, Gaby Vallejo Canedo, a la edad de 82 años, en la ciudad de Cochabamba (Bolivia).

El fallecimiento, en la ciudad de Cochabamba (Bolivia), del renombrado escritor y crítico literario orureño, Adolfo Cáceres Romero, a la edad de 86 años, ha sumido en luto a la comunidad literaria boliviana. Sus libros han explorado diversas temáticas, dejando así indelebles surcos en el ámbito de las letras bolivianas. El viernes 8 de este mes, exactamente a las 23:39 de la noche, envié un mensaje a la escritora cochabambina Gaby Vallejo Canedo. Su respuesta inmediata fue la siguiente: “Llegas en un día infausto para la literatura boliviana. Ha muerto Adolfo Cáceres Romero”. Apenas leí la nota, un suspiro de tristeza se propagó hasta lo más profundo de mi corazón. Había leído algunos cuentos de este ilustre escritor, como por ejemplo «Los ángeles del espejo» publicado en la Enciclopedia Boliviana, los mejores cuentos bolivianos del siglo XX, por Ricardo Pastor Poppe. O su célebre cuento «La emboscada» Premio Nacional de Cuento de la Universidad Técnica de Oruro en 1967.

El pasado sábado siete de diciembre, la ganadora del Premio Nobel de Literatura, Han Kang de 54 años, pronunció su discurso de aceptación ante la Academia Sueca y ante un público selecto. Toda la atención del mundo estaba puesta en el majestuoso salón de la Academia Sueca, situado en la ciudad vieja de Estocolmo.