Mucho me temo que aquellos autores que, por razón de los momentos políticos dominantes o por circunstancias interesadas fueron asimilados, a través de su obra, a la actidud o la definición política (‘El general del ejército muerto’, ‘La cólera de Aquiles’, ‘Tres cantos fúnebres por Kosovo’)) hayan luego de ser revisados en razón de que la literatura como tal, como arte y como ejercicio de perfecta ficción, va más allá de cualquier filiación más o menos elegida.