Durante estas fechas, cuando el calor se presenta como un pariente inesperado —sudoroso, inoportuno, atropellado— y la isidrada pisa su meridiano, con alguna sorpresa de tronío y sus tres o cuatro chascos sonados, la feria de los libros planta sus casetas en mitad del Retiro. Quizá sea el acontecimiento más importante de la temporada para cualquier librero de Madrid, que, si no llueve como acostumbra y le toca en un lugar concurrido, puede resarcirse de todo un año viendo llegar el fin de mes como una penitencia.