Me asomo por la ventana de mi cuarto y veo un cielo nocturno luminoso, sin estrellas. ¡Maldita contaminación lumínica! Añoro aquellos años de infancia en mi pueblo cuando el cielo se iluminaba por la noche de miríadas de estrellas y por las noches solíamos pasear por una carretera de arena, en que sus cunetas estaban llenas de luciérnagas, buscando lluvias de estrellas. Ese recuerdo ha venido a mi mente cuando he leído los relatos de Aranzazu de Isusi que contiene su nuevo y flamante libro “Benditas luciérnagas”.