Hermida eds., Madrid, 2017
El hombre sencillo -el que observa y guarda con celo en el apartado de sus sentimientos, el que actúa movido por la prudencia o la desconfianza, el que sabe que en los signos externos (ya residan en la naturaleza o en el interior del hombre) radica el fundamento de la imaginación, a buen seguro que guarda para el momento propicio su forma de contar, su necesidad de buscar armonía en aquello que se le ha dado como realidad, más que no será tal del todo hasta que lo haya ordenado a su modo.