Nos enseña Calderón de la Barca en ‘La vida es sueño’ que la vida no es más que una sucesión de hipérboles dentro de una gran hipérbole de la nada. Esta mentalidad, cúmulo de muchas filosofías que el autor saboreó mediante libros procedentes de los más recónditos rincones del planeta, ha ido goteando, muchas veces de manera inconsciente, sobre las plumas de nuestros autores contemporáneos. Y un claro ejemplo es Elvira Sastre.