Sobre "Necesito una isla grande" de Rafael Soler
Las islas siempre han poseído una subliminal erótica vivificante. No conozco ninguna que no llegue cargada de un ideal, que no personifique ese potencial humano que le permite adentrarse con los mejores bagajes de la existencia. La isla siempre es la vida. También para Soler la simboliza. Cuando se busca esa isla, se está luchando contra la muerte. Nos sabemos perdedores desde el comienzo, pero la única razón para vivir es luchar por conseguir ese ideal y, seguramente, es más importante el camino que la isla en sí. El ideal se alcanza en el camino aunque el pretexto sea la isla grande.
Entrevista al autor de "El último gin-tonic"
El próximo 23 de marzo la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios anunciará el fallo de la 38º edición de los Premios de la Crítica Valenciana. Nombres fundamentales de nuestras letras están entre los nominados. El novelista y poeta Rafael Soler, con su novela ' El último gin-tonic' ( Ediciones Contrabando), es uno de ellos. La última obra de Soler, publicada en 2018, ha obtenido el éxito entre el público lector y el aplauso de la crítica.
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Reseña del libro "Necesito una isla grande”, de Rafael Soler. Ediciones Contrabando
“Necesito una isla grande” es un libro ameno por su ritmo cinematográfico y la variedad de sus personajes, presentados con un análisis hondo y detallado. Todos bajo la sombra de la muerte. Pero la originalidad es el tratamiento desenfadado al tiempo que reflexivo sobre ella. Porque no estamos ante un texto superficial sino de pensamiento, de análisis, de un drama presentado por sus aspectos grotescos. La muerte se maneja con tanta dedicación que se contempla en el antes y después de cada actor. La muerte y sus aledaños, que son los sueños y el inconsciente: “Los sueños de Tomás eran muy fáciles de recordar después, porque todos eran parecidos, cortos y con niebla. Tan parecidos que eran siempre el mismo” (9).
Nunca he estado en Puerto Madryn y me he quedado con las ganas, pues ahí camuflaba su gin-tonic en unas tazas como si fuera consomé (p. 36), tal vez, qué menos, Rafael Soler. Nos invita a disfrutar de la vida, leyéndole y cómo no, brindando, son cuatro días, pleno verano allí, pingüinos incluidos, lujuriosamente animados, se hacen sentir, por control remoto, invierno muy crudo los protagonistas por aquí, haciendo lo que saben hacer muy bien, trampear, vender humo y conseguir solvencia más que suficiente en la cartera, con soltura, dadivosa.
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