Como la mayoría de nosotros sabemos, por experiencia personal o por casos cercanos de familiares o amigos, la tendencia predominante en cuanto a las terapias para enfermedades graves, como el cáncer, consiste en la cronificación del mal, y no tanto en su erradicación definitiva, objetivo deseable pero inalcanzable en muchos, en demasiados casos, para la actual ciencia médica. Lo que viene a confirmar un sabio refrán (de esos que ponen como unas castañuelas a Pedro Sánchez) atribuido a Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”.