Antes de que el centro de gravedad ‘formado’ por los intereses políticos, económicos y, en menor medida culturales, se desplazase a Lisboa (s. XVI y siguientes) por razón de la importancia que iba adquiriendo el Atlántico como escenario de nuevas rutas e intereses, lo fue, genéricamente el Mediterráneo y, concretamente, el Oeste de este intenso mar, con su ‘capital’ asentada en Sicilia.