Gabriel Miró se refería a "Las cerezas del cementerio" como su «primera novela», tras una década de publicar relatos, cuentos y estampas. Pero es mucho más dado que su novela contiene todos los elementos que serán la nervatura del resto de su narrativa: el subjetivismo de los personajes, la exquisitez en las descripciones y el poroso sensualismo donde sumerge al ambiente.