Frecuentemente, uno se hace escritor porque su realidad le aburre y desea o necesita inventarse una nueva. Luego hay quien se hace escritor porque la realidad -hasta la, en principio, más sencilla y plana- le fascina, pues consigue hallar y extraer de ella lo misterioso, lo fantástico. Es es la mirada del poeta y es ahí donde hay que situar la obra de Óscar Sotillos.