Reseña del poemario "Un kilim de palabras", de Marina Tapia
03/08/2022@06:00:00
Cuando se nos pregunta por la definición de manifiesto literario, pocos sabemos qué responder a tan comprometida cuestión. Todo dependerá, a priori, de lo que entendamos por dicho concepto, si bien habría, a mi juicio, que enmarcar dicha obra o dicho período literario dentro de un contexto más o menos concreto. En esta ocasión, el género que abordamos es el poético y la obra literaria que tratamos es una demostración de poesía muy intensa. Pocas veces se ha conseguido extractar tanto en tan poco espacio, tanto caudal lírico en apenas setenta páginas. Ello no es fácil porque no es tan sencillo abarcar tanta materia poética en un compendio atractivo. Ello no es peccata minuta, máxime cuando se nos expone lo más parecido a una declaración de intenciones, o bien, a un manifiesto literario. Precisamente, ese es el caso de Un kilim de palabras, de Marina Tapia (El sastre de Apollinaire: colección de Poesía, nº. 68. 2022).
Autora del poemario “Un kilim de palabras” (El sastre de Apollinaire, 2022)
Marina Tapia (Valparaíso, Chile. 1975). Poeta, artista plástica y divulgadora cultural. Desde el año 2000 reside en España y desde 2013 en Granada. Ha publicado los libros 50 Mujeres desnudas (Amargord), El relámpago en la habitación (Nazarí), Marjales de interior (Aguaclara), Jardín imposible (Ayto. Baena), El deleite (Ayto. Vélez-Málaga), Bosque y silencio (Ayto. Aguilar de Campoo), Corteza (El Envés Editoras) y Un kilim de palabras (El sastre de Apollinaire). Ha coordinado El pájaro azul. Homenaje a Rubén Darío (Artificios). Ha sido traducida al griego y al portugués.
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OPINIONES DE UN LECTOR
Ediciones El sastre de Apollinaire. Poesía, 68
“Realizado con papel procedente de bosques administrados de forma sostenible y 100% libre de cloro”. Escrito en clave femenina aspira a no ser una gota de agua más en el inmenso océano del activismo poético, sino que busca ser una voz propia con aroma de mujer. Un destello de revelación lo impregna todo. Marina entra, con este poemario, en el Linaje de las Matriarcas. Desde el principio nos deja claro cuáles son sus intenciones con un oxímoron abrupto: “De pronto desperté con la conciencia viva,/…/ para poder –con odio-/ hablar de amor” –susurra en la página 24. El poemario se nos presenta con una portada de colores cálidos y con aires arabescos que invitan a soñar con una alfombra mágica o con brocados. Su ilustración me recuerda, quizá por conexión intercromática, a las telas que cubren los cuerpos en los cuadros de Gustav Klimt. Un kilim es una alfombra oriental de colores vivos, escaso grosor y reducidas dimensiones que está decorada con motivos geométricos y que se teje con la técnica de tejido de hendidura. Marina Tapia, una poeta nacida en Valparaíso (Chile), pero incardinada en Granada, ondea como una bandera entre Elena Martín Vivaldi y Alejandra Pizarnik. Una poeta que escribe es también un cuerpo preñado del que nacen palabras que alumbran y tejen.
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