La urgencia, la necesidad y la pasión por escribir esta novela tiene mucho que ver con la fascinación por la vida de Svetlana Allilúyeva, pero también con el paralelismo vital entre el personaje y la autora de la obra: ambas huyeron de regímenes comunistas a través de la India y ambas pidieron asilo político en la misma embajada estadounidense.
La madre de Svetlana Allilúyeva se suicidó cuando ella solo tenía seis años. A los dieciséis Svetlana se enamoró de un cineasta judío, a quien su padre envió al gulag. Cuando varios años después se enamoró de nuevo, en esta ocasión de un intelectual de izquierdas hindú, les impidieron el matrimonio. Él murió y Svetlana quiso llevar sus cenizas a la India y, una vez allí, solicitó asilo político a través de la embajada de Estados Unidos. Corría el año 1967, en plena guerra fría. La llegada de Svetlana a Nueva York no supuso el comienzo de su ansiada libertad porque se convirtió en uno de los principales objetivos para los servicios secretos norteamericanos y soviéticos.
A fin de cuentas, ¿era una traidora al sueño comunista? ¿O una espía enviada por Moscú bajo la apariencia de una mujer desquiciada? ¿Cómo iba la CIA a dejar pasar un testimonio tan abrumador de denuncia del régimen soviético sin utilizarlo a su conveniencia?
Aunque nacida en Praga, Monika Zgustova reside desde los años ochenta en España. Es traductora, escritora y periodista y colabora con El País-Opinión, entre otros periódicos, nacionales e internacionales. Tiene en su haber sesenta traducciones, del checo y del ruso, de Bohumil Hrabal, Jaroslav Hasek y Milan Kundera, entre otros, por las que ha recibido el premio Ciudad de Barcelona y el premio Ángel Crespo.
Es autora de siete novelas entre las que destaca La mujer silenciosa, aclamada entre las cinco mejores novelas del 2005, Jardín de invierno, muy elogiada por la crítica y La noche de Valia, premio Amat-Piniella 2014 a la mejor novela del año. Su obra se ha traducido a nueve idiomas.
Puedes comprar el libro en: