“El espía”, novela sobre Ezra Pound de Justo Navarro
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El escritor granadino Justo Navarro ha escrito una más que interesante novela, El espía, sobre el poeta y economista americano Ezra Pound. Obra que con una base biográfica apunta a una posible doble vida del autor entre ser espía y no serlo. ¿Fue un agente doble o simplemente un fascista desubicado? La obra ha sido publicada por Anagrama.
Ezra Pound nació en una pequeña población del estado de Idaho en 1885. Tras un largo periplo por Londres y Paris, se afincó en Rapallo, localidad ligur del noroeste de Italia, desde donde participó, durante más de veinte años, en la vida italiana y, sobre todo, mostró una admiración sin límites a Mussolini, al que creía una persona que no se equivocaba nunca.
El espía cuenta la historia del poeta americano durante la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias una vez finalizada. Durante la guerra realizó casi 300 alocuciones, desde Radio Roma, favorables al régimen fascista italiano e intentó influir en Mussolini, a través de numerosas cartas, sobre aspectos económicos e ideológicos de su régimen. El Duce, megalómano como él, no pareció hacerle mucho caso y ni siquiera se dignó en responder esas cartas con proposiciones absurdas entre las que se incluían trayectos de autobuses y ferrocarriles entre ciudades.
Desde Radio Roma participó en la batalla de la propaganda contra los aliados y contra los judíos, al igual que Lord Haw-Haw la realizaba desde Berlín. En el transcurso de la guerra y ante el avance aliado cambió Roma por Milán, como lugar de alocución, siempre teniendo su base en Rapallo, donde vivía con su mujer, con su amante, Olga Rudge, y con la hija de ambos. Quiso ir a Berlín para explicar al mismísimo Führercómo podría enderezar el rumbo del nazismo, pero tampoco le hicieron mucho caso.
Justo Navarro ha armado un sólida novela sobre este controvertido personaje, a modo de diario. Día a día va explicando los pasos de Pound durante el tiempo que duró la guerra mundial: explica su vida particular, explica su pensamiento político y explica su comportamiento. De manera ruda, áspera y precisa nos va mostrando y describiendo a este controvertido poeta y traductor. Economista, en ocasiones, con planteamientos alejados de cualquier raciocinio lógico.
Después de haber rebuscado en archivos y libros, el escritor andaluz, da una imagen muy aproximada del poeta. Para eso se vale de tres personajes reales y de un giro original, en el último capítulo, donde él también asume en primera persona el protagonismo de la obra. El carabinieri Manganaro, persona cercana al centenario, fue un policía italiano que hizo dos juramentos, el primero al rey y el segundo al Duce, cuando éste se deshizo de Mussolini. El juramento que prevaleció fue al rey, por eso, empezó a apoyar a los aliados. Y Pound, como enemigo de los aliados, se mantuvo en su punto de mira.
Había algo extraño en el poeta, sus programas radiofónicos eran muy surrealistas y un tanto demenciales, prácticamente ininteligibles, no sabía por dónde cogerlos y no sabía lo que significaban, por eso, decidió seguirlo y saber si era un seguidor del Duce o un espía. Nunca lo tuvo claro y aún en la actualidad se resiste a tener una opinión totalmente formada.
El segundo personaje fue el teniente James Angleton, jefe del contraespionaje americano en Italia (OSS) y protector de Pound. De hecho, cuando fue detenido por dos partisanos, apeló a su amistad de Angleton y del presidente de los Estados Unidos, con los que tenía que hablar o por lo menos que les hiciesen llegar una misiva que había escrito y donde explicaba todo. Esa contumacia y persistencia hace que el novelista se base en ella para plantear la hipótesis de que el poeta podría ser un agente doble o, al menos, un espía.
Y no le falta razón, porque a partir de ese momento la historia se hace muy extraña, después de la detención y de pasar unos meses a la intemperie en el campo de Metato, traduciendo a Confucio, ¿posible libro de claves?, es enviado a Washington donde sería juzgado por traición, sin embargo, no es condenado y sí enviado a un centro psiquiátrico donde permanecería por algo más de doce años. En ese tiempo llegó a ganar por Cantos pisanos, que escribió durante su reclusión en Metato, el primer Premio Bollingen de la Biblioteca del Congreso en 1948, algo desde luego extraño para un loco.
El tercer personaje aparece en el último capítulo y es donde el escritor se hace personaje y mezcla su vida privada con la trama de la novela. J.N. aparece y explica el proceso de creación literaria del libro mezclada con sus propias vicisitudes personales. Ese personaje es el novelista italiano de novelas policíacas Carlo Trenti que ayuda a J.N. a cuadrar el círculo literario del autor.
Profundamente original, Navarro va desmenuzando su tesis de manera subrepticia, presentándonos situaciones y personajes que nos irán mostrando el mundo del hiperbólico poeta. Sin dar su opinión, nos va describiendo los acontecimientos históricos de manera que sea el lector el que se forme su propia opinión y, para ello, le da todos los datos que él ha podido recopilar, casi como si de un dietario se tratase. Como un contable expone sus cuentas en un balance, el novelista expone los hechos asépticamente.
Nos encontramos, pues, ante una novela escrita en un estilo propio, como él suele escribir sus libros, con un lenguaje claro y duro, que golpea en nuestras creencias abriendo una puerta a interpretaciones insólitas pero que pueden ser ciertas. Se mueve entre los hechos históricos y la ficción novelada de un poeta, perteneciente a la generación perdida, que perdió y desprestigió una vida por hacer lo que nunca debió hacer. Al fin de al cabo, el fascismo y la poesía no se pueden mezclar, como el agua y el aceite.
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