La Alhambra de Salomón es una novela histórica en la que se prima a un tiempo tanto la prosa elevada y amena, como la certeza histórica y el entretenimiento. El lector se acercará a Samuel, a Ilbia, a sus historias de crecimiento personal tan decisivas. Podrá analizar la evolución de Al ándalus en el siglo XI, disfrutar de sus momentos de esplendor cultural, y sufrir con las guerras que finalmente la diezmaron. Asistirá a la convivencia libre en aquellos territorios de religiones y pensamientos diferentes, de costumbres e ideologías no afines pero complementarias, de etnias y pueblos que rezaban a un solo dios aunque tuviese diferente nombre.
Con este libro el autor recupera la memoria de Al Ándalus, una época importante que aunque no se estudie en las escuelas con el detenimiento que se merece, forma parte ineludible de nuestra historia. Los acontecimientos que marcaron la transformación y avance del país, se entrelazan con descripciones detalladas de los modos de vida y costumbres. Así, la asolación de Córdoba o la fundación de Granada, se combinan con referencias significativas a las viviendas habituales, los palacios, las comidas, los diferentes negocios y comercios, las enfermedades y sus tratamientos básicos, los remedios naturales... Una conjunción equilibrada que no frena el avance de una trama atrayente, de una historia adictiva y perfectamente estructurada.
Los personajes, inolvidables, quedan perfectamente enmarcados y definidos por sus actitudes, sentimientos y posiciones ante la vida, por sus hechos y reflexiones. Las imágenes evocadoras y los detalles poéticos se hacen entonces patentes para resaltar aquellos momentos decisivos de su existencia en los que las pasiones, las afectividades o incluso las atrocidades se desbordan.
Una nueva visión de un periodo histórico que se deja leer y se disfruta como si de una novela épica se tratase. En este caso con un doble atractivo para el lector: por un lado, revivir el viaje del héroe que busca su destino, en este caso marcado por la divina providencia; y por otro adentrarse de manera respetuosa en aquella Historia que solo se puede escribir con mayúsculas.
La muerte en el año 1002 de Almanzor, canciller de Al Ándalus, coincide con la del cabeza de la familia Nagrela en Mérida. Judíos arraigados pero no de la aristocracia sino más bien de la clase media, su viuda e hijos deciden trasladar el negocio de droguería, herboristería y espagírica hasta Córdoba, una de las capitales más importantes del califato Omeya. Los hermanos, aparte de dedicarse al comercio, estaban siendo educados en la ciencia de los griegos, el derecho musulmán, la Biblia, el Talmud, o la jurisprudencia judía. El más pequeño, Samuel, aprendía también la medicina hipocrática, el Corán o la caligrafía árabe. Una muestra inequívoca de cómo la ciudad había llegado a convertirse en un destacado y fecundo foco de sabiduría.
Ilbia solo era una niña cuando su madre murió, y fue obligada por su padre a trasladarse de Granada a Salobreña, ciudad donde éste era alcaide. Practicante de la religión judía, heredada de su madre, pero siguiendo las directrices marcadas por un padre de ideología muladí (cristiano recién convertido al Islam), Ilbia tuvo que acatar su decisión de casarla con El Mahdí, nuevo califa de Córdoba. Una muestra indiscutible de la convivencia de religiones y pensamientos que se producía en el territorio.
La guerra civil que se extiende el 1009 por Al Ándalus trae la desgracia y la muerte a Córdoba. También al seno de la familia Nagrela. Samuel, convencido de que la Divina Providencia lo guía, decide quedarse en la ciudad para estudiar en la casa-escuela del rabino Hanok. Mientras los saqueos y las muertes se suceden en la ciudad, Samuel no solo progresará en sus conocimientos hasta ser ordenado rabino, sino que también conocerá por primera vez las mieles del amor clásico. Su camino aún no se ha cruzado con el de Ilbia, aunque terminarán confluyendo. Mientras tanto, y ante la masacre de judíos la muchacha decide acogerse a las enseñanzas y protección de Kahina, esposa del general bereber Zawi Ziri, el que después sería fundador y primer soberano del reino de Granada. Juntas se refugian en Lucena, donde Ilbia estudia matemática y arquitectura en la academia rabínica. La guerra la convertirá pronto en una niña viuda.
Es en Salobreña, donde como si Dios volviese a conducirles, los dos jóvenes se reencuentran. Corre el año 1013, Ilbia vive recluida en la fortaleza de su padre, y Samuel, exiliado de Córdoba, va camino de Málaga donde vivirá como rabino y droguero primero, y escribiente público de árabe después. Desde el momento en que la conoce, Samuel se percata que, igual que está llamado a ser un líder de la comunidad judía andalusí, ya va a estar enamorado siempre de aquella muchacha tan sumamente inteligente e inquieta. Ese mismo año, Zawi decide desmontar la ciudad de Elvira para refundarla en Granada, a lomos de una colina áspera donde emplazaría su nuevo palacio. Se empieza a forjar la leyenda de la ciudad.
Tras años de avatares, como escribiente, visir o dedicado a la especulación mercantil, Samuel regresa enriquecido a Granada, lugar donde le espera Ilbia. Es entonces cuando tiene una visión: la nueva Jerusalén está en aquellas tierras. Reconocido como rabino y visir del rey, Samuel se convertirá en el promotor del nuevo Templo de Salomón. En aquellos terrenos visionados, ahora de su propiedad, levantará el templo sinagoga de cuya proyección arquitectónica se encargará Ilbia. Ella seguirá para ello la proporción divina, la aplicación de la geometría de Euclídes. Los encuentros y desencuentros entre amada y amado terminarán confluyendo en una maravillosa obra, la Alhambra.
Episodios históricos y personales irán sembrando el devenir de los protagonistas: la muerte por envenenamiento de Zawi; el matrimonio in articulo mortis de la reina Kahina con el primer rabino de Granada para evitar pasar a formar parte del harén del nuevo rey Habús; el nacimiento por cesárea del hijo de Judá marcado como demonio pero rescatado finalmente a la muerte (el que luego sería gran poeta y filósofo Salomón Gabirol); el traslado de Casim Alarif, padre de Ilbia, a Granada como visir, sustituido tras su muerte por Samuel... Solo son algunas de las muchas historias, grandes y pequeñas, que giran en torno al artífice de la Alhambra, y su génesis.
José Luis Serrano nació en Granada. Fue catedrático de Filosofía del Derecho y autor de numerosas monografías y artículos en los campos de la teoría general del derecho y del estado, del derecho ambiental y de la ecología política. Ha sido columnista de La Opinión de Granada. Y es autor de novela negra: Al amparo de la ginebra (2000), Febrero todavía (2001) y de novela histórica, Zawi (Rocaeditorial 2006). En 2009 publicó Brooklyn Babilonia.
La Alhambra de Salomón es su quinta y última novela.
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