En 2006 descubrió en el cementerio de Montjuic la tumba de una azafata, Maribel Sastre, que murió en el accidente aéreo ocurrido en la sierra del Guadarrama el 4 de diciembre de 1958. Con ese material realizó un reportaje para el Periódico y hace unos dos años lo retomó para escribir una novela basada en esos hechos reales; para eso se puso a buscar a los familiares de los fallecidos en el accidente aéreo y que le serviría para escribir su segunda novela, “El último vuelo”, que escribió en holandés y que él mismo tradujo al castellano para así procurar que el texto fuese lo más fiel a su propio estilo. “El trabajo de traducción es muy embarazoso y eso que yo ya pienso en holandés”, reconoce.
Edwin Winkles habla a la perfección seis idiomas. “Es una suerte que desde pequeños, los niños puedan aprender 2 ó 3 idiomas a la vez”, -zanja la discusión de los problemas lingüísticos en Cataluña-, pero añade: “hay mucho interés político en este problema, pero si vives en Cataluña puedes apreciar que no es tan importante. Yo con mi mujer hablo en castellano. A mis hijos, les habló en holandés y mi hijo mayor, que tiene una novia barcelonesa, habla con ella en catalán”.
En menos de 3 meses había conseguido toda la documentación necesaria. “Tengo experiencia del periodismo de 30 años y sé cómo indagar. Llegué a conseguir hasta el informe oficial del accidente. Además, he visto muchos NODOs de la época”, refiere el hábil escritor. Con toda esa documentación, la precisa, se puso a escribir la novela, que si bien está basada en hechos reales, tiene una gran parte de ficción, porque nunca pudo saber las conversaciones que tuvieron los protagonistas.
“El último vuelo” es la segunda novela que ha escrito y primera que publica en España. La edición holandesa de la misma lleva unas fotografías de la época y de la tumba del Maribel; en la edición española se han decidido por seguir el diseño de la colección, parecido a las libretas Moleskine pero sin la clásica gomita elástica. Personalmente, me quedo con la edición holandesa, mucho más atractiva, sin desmerecer la española.
La novela tiene tres tramas diferenciadas. “Al principio tenía pensado que sólo fuesen dos, pero al escribir me di cuenta de que se necesitaba otra más”, reconoce. La primera es el día a día, escrito en primera persona por Maribel, sobre los sucesos que ocurrieron en el avión. Otra es la historia, en tercera persona, de las dos niñas que tomarían el vuelo para ver a sus padres y la última la de la madre de Maribel, cincuenta años después. “Al final las tres tramas confluyen en el monte Pasapán y en el cementerio de Montjuic”, adelanta el escritor holandés.
“Me ha gustado mucho escribir las tres tramas. Quizá yo me quedaría con la de Maribel, que fue la primera que descubrí, ya que meterse en la piel de una joven de 18 años me hizo disfrutar muchísimo. Pero a las personas que ya han leído la novela, les sorprende más la historia de las dos hermanitas que no llegan a ver a sus padres. Es un drama que impacta muchísimo, pero igual de dramáticas han sido las otras historias”, explica con detalle Edwin Winkles en la cafetería de un conocido hotel de la Gran Vía.
Los personajes de la novela son muy típicos de la posguerra española. El piloto que combatió en el bando franquista, algunos pasajeros que pudieron ser perdedores de la guerra y que se llegan a juntar en una cabina de avión. “Quería meter la historia de las dos España: los que han luchado en la guerra y los que han sufrido la guerra”, señala con lucidez este analista holandés que conoce perfectamente nuestra idiosincrasia.
Algunos de los protagonistas del rescate aún viven. Luciano Otero, el pastor que encontró el avión y que en esos momentos estaba haciendo el servicio militar en Retamares, todavía recuerda perfectamente lo que pasó. “Se merecía un hueco en la novela”, apunta el autor. Hace un tiempo me contó que una de sus nietas había escrito una pequeña redacción para el colegio y que la tituló igual que la novela, sin habernos puesto de acuerdo.
Como escritor ha tenido plena libertad para escribir la novela por parte de los familiares de las víctimas y, por supuesto, por parte de la editorial, con la que está encantada. “En toda novela o escrito, el autor siempre pone algo de sí mismo”, certifica. Muchos sacan los demonios internos. El punto de partida de la novela ha sido Maribel, el resto ha ido apareciendo y sumándose.
Edwin Winkles, se califica como un escritor rápido. “La costumbre del periodismo, por eso hace tres años decidí parar y dejar el periodismo activo, aunque sigo haciendo cosas porque se necesita para vivir. La literatura no da para ello”, aclara. En tres años ha escrito tres novelas. La primera estaba ubicada en un futuro cercano, con muchos tintes de política cotidiana europea. La segunda es sobre la que hemos tratado y la tercera una novela histórica sobre unos españoles que viven en una isla del delta del Misisipí desde el siglo XVIII, manteniéndose como una comunidad solitaria.
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