Julio Castedo nos plantea una narración con varias tramas, tres en concreto, que conforman una perspectiva global de los hechos que está contando el escritor mediante los narradores. Dividido en tres partes, claramente diferenciadas, la historia avanza en diferentes espacios temporales que terminaran confluyendo al final de la novela y como no puede ser de otra manera, en un final sorprendente, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados el autor.
La primera narración está escrita en primera persona por el protagonista de la novela. Se titula Memorias de John Ellerman y allí nos cuenta los hechos desde su perspectiva, los hechos reales. Desde su cruda perspectiva, el autor no nos ahorra detalles de lo ocurrido en su casa cuando era un pre adolescente. El secreto de esos acontecimientos los llevará siempre consigo y conformarán a una persona un tanto misógina, ninguna de las relaciones que emprende llegará a buen puerto.
La segunda se titula Sistema de ecuaciones, está contada en tercera persona. El protagonista es Paul Lancaster, un abogado de una aseguradora que busca al protagonista para hacerle partícipe de una herencia que había dejado al morir una de sus novias. Lancaster va uniendo cabos en la historia de Ellerman, para ello cuenta con la ayuda de un amigo policía, antiguo compañero hasta que abandonó el servicio policial. Es la narración más aséptica, donde va poniendo sobre la mesa su investigación para dar con el desaparecido. En su búsqueda se encuentra con varias muertes de jóvenes que habían mantenido algún tipo de relación con Ellerman. Es la parte más policiaca de la novela.
En la tercera, nos encontramos con Las heridas del lobo, narración también en tercera persona, que va en paralelo con la primera narración. El narrador va contando los hechos de la historia tal y como sucedieron, llenando las lagunas que Ellerman deja en sus memorias, quizá porque no quería que se supiese la verdad de los acontecimientos, lo cual le podría traer graves consecuencias.
En la novela destacan las descripciones de los lugares pero, sobre todo, las de las personas. Estas son precisas, abundantes en pequeños detalles y con un fuerte componente psicológico, uno de los rasgos que definen la literatura de Julio Castedo. La descripción del hermano autista de Ellerman es una de las más elaboradas y nos hace ver cómo el autor ha pergeñado un complejo personaje. El componente psicológico está muy presente a lo largo de toda la novela, con una perspectiva muy introspectiva de todos los personajes.
Julio Castedo, como escritor, está a medio camino entre los grandes escritores del siglo XIX, que tanto le gustan a él, y los autores de thriller. Su novela tiene un ritmo que no decae en ningún momento y a cada acontecimiento sorprendente, le sucede otro aún mayor. Con personajes que siempre mantienen la esperanza de un cambio que les lleve a una vida más satisfactoria y feliz, algo que hasta las últimas páginas no sabremos.
“No hay redención sin sacrificio”, se dice en la novela. Y el sacrificio es una de las constantes de alguno de sus protagonistas. Toda esta arquitectura narrativa que monta Julio Castedo funciona a la perfección, como una maquinaria bien engrasada y consigue que Redención sea una de las novelas más interesantes del que 2015.
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