La historia comienza con el naufragio de la carabela de Gonzalo Guerrero al sur de Jamaica y el mar empujó a los supervivientes hacia la costa de una tierra desconocida, donde fueron capturados y esclavizados por una partida de guerreros. Ocho años más tarde, solo dos de aquellos hombres seguían con vida: Jerónimo de Aguilar que, llegado el momento, no dudó en incorporarse al ejército de Hernán Cortés; y Gonzalo Guerrero, quien, pese a intuir su destino, decidió permanecer hasta el final al lado de aquellos que lo habían esclavizado. Gonzalo se esfuerza, a diferencia del resto de sus compañeros, por adaptarse: aprender su idioma, sus credos y costumbres… Su destino cambia cuando tras demostrar sus habilidades militares gana su libertad a cambio de instruir a los indígenas en nuevas técnicas de lucha. Con el tiempo, Gonzalo Guerrero reniega de su pasado y se convierte en un itzae más, dispuesto incluso a luchar contra los españoles para defender al que considera su pueblo.
Alfonso Mateo-Sagasta aborda en esta novela con gran objetividad y maestría uno de los episodios más oscuros y vibrantes de nuestra historia: la conquista de las Américas, proceso en el que encontramos opiniones dispares acerca de la naturaleza humana de los nativos, que van desde su consideración como iguales hasta seres animales que no importaban lo más mínimo y a los que se podía matar trabajando sin darles de comer ya que resultaba más rentable conseguir indios nuevos para trabajar en los campos o en las minas que dar de comer a los que trabajan.
Como relataba Jorge Icaza en su obra Huasipungo, lo único que quedaba para los indígenas eran minúsculos pedazos de tierra (o en ocasiones ni eso) que los encomendados entregaban a los nativos como compensación por su trabajo, y que posteriormente les eran robadas por los mismos terratenientes y, cuando aquéllos protestaban por el atropello, eran asesinados.
Para el desarrollo de la trama, Mateo-Sagasta toma como eje a un personaje polémico que supo sobrevivir a la adversidad y unirse a la causa de un pueblo que luchó hasta la muerte por defender su forma de vida de quienes los consideraban unos simples seres sin alma. Oficialmente, no se reconoció una cierta protección de los indígenas de los territorios americanos hasta la fundación del consejo de Indias en 1511, fundado para solventar los problemas de una colonización que ya había comenzado una década antes sin ningún control ni autoridad.
Al igual que en otros casos con los que nos encontramos en el cine como Bailando con lobos o Avatar, surge una misma pregunta: ¿Traidor o héroe? Tal vez fuera ambas cosas, o quizás solo un hombre capaz de mirar con otros ojos el convulso mundo que le rodeaba.
En definitiva, un libro fascinante, más apasionante incluso si adoran la literatura histórica que relata los hechos que ocurrieron tras el descubrimiento de América y cómo algunos de aquellos que marcharon a ultramar, se vieron confrontados entre su lealtad a la patria que los vio nacer y un mundo nuevo que resultaba inquietante y atractivo. Una novela que realmente merece el premio Caja Granada de Novela Histórica.
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