En la entrevista que el escritor madrileño nos ha concedido en estas fechas navideñas, nos cuenta las motivaciones para escribir “Rojo en la nieve” y nos anuncia el paso estilístico que ha emprendido y como el mismo dice: “espero que tenga continuidad”. De momento, no ha podido empezar mejor, ya que ha sido distinguido como finalista del Premio de Novela Corta de Terror Ciudad de Utrera.
¿Por qué se ha decidido a escribir una novela de terror?
Desde mis primeras lecturas juveniles siempre he sentido una atracción y fascinación especial por el género literario de terror. Los libros de autores clásicos como Poe, Mary Shelly, Stoker o Lovecraft, además de perturbar mi sueño, han influido poderosamente en mi obra literaria. Así lo he reflejado, más o menos inconscientemente, en algunos de mis relatos anteriores. Fruto de mi admiración por estos autores decidí dar un salto al vacío y escribir una historia de mayor entidad en la que he pretendido plasmar algunos de los terrores que vienen asustando al hombre desde la más remota antigüedad.
¿Qué le empujó a presentarse al Premio de Novela Corta de Terror Ciudad de Utrera?
Este certamen, uno de los pocos dedicados en lengua española a este género, me brindó la oportunidad de desarrollar una historia que venía gestando desde hacía tiempo, alentándome a plasmar negro sobre blanco lo que en un principio me había planteado como un relato corto. En este sentido debo decir que Rojo en la nieve fue concebida para participar expresamente en el concurso, aunque eso no significa que estuviera condicionada por él.
¿Está satisfecho con el galardón obtenido?
Los premios literarios siempre suponen un reconocimiento al oficio de escritor, y en este caso me siento muy halagado porque el jurado del concurso, con una amplia experiencia en el mundo literario y editorial, haya elegido mi novela como finalista, además en un género como el de terror por el que, ya he dicho, siento debilidad como lector y autor.
¿Es difícil escribir novela de terror?
En un sentido estricto plantea las mismas dificultades que cualquier otra obra de ficción. Sin embargo, la novela de terror presenta unos problemas adicionales relacionados con los ambientes, personajes y tramas que se pretenden plasmar, elementos que por su propia naturaleza se alejan de los convencionalismos habituales y que conviene perfilar con sumo cuidado para hacerlos creíbles y evitar caer en el ridículo. Como contrapartida, considero que el género de terror, al igual que ocurre con el fantástico, proporciona una libertad creativa, inspirada en muchos casos en los miedos personales o en los del inconsciente colectivo, que el autor no se puede permitir en obras de ficción con otras temáticas.
La novela corta es un género complicado. ¿Le ha costado adaptarse al género?
La adaptación no ha sido traumática porque desde mis orígenes literarios he cultivado el relato y la novela corta, además de la poesía. Con Rojo en la nieve puedo decir que he ido un paso más allá en un camino que espero que tenga continuidad con la publicación de próximas novelas.
¿Cuál es el secreto para mantener la tensión durante tantas páginas?
Creo sinceramente que no existe un secreto, unas normas que todo buen escritor deba seguir para mantener la atención del lector en todo momento. Atendiendo a mi experiencia, debo decir que la habilidad necesaria para dar ritmo e intensidad dramática a una buena historia se adquiere practicando el oficio de escritor. En mi caso, me sirve de gran ayuda la forma en que visualizo el desarrollo de la trama, que planteo desde un punto de vista que podría calificar de cinematográfico.
¿Ha quedado satisfecho con la obra?
Muy satisfecho. Además la novela ha sido muy bien acogida por los lectores. También debo reconocer la magnífica labor editorial que ha realizado Autores Premiados, con Jesús Moracho a la cabeza, realizando una edición muy cuidada que desde su portada ya transmite una sensación inquietante.
¿Esto va a significar que se pasa a la ficción o va a seguir publicando libros de divulgación histórica?
Soy un autor polifacético que se desenvuelve en diferentes géneros, desde el ensayo histórico, hasta la novela, pasando por la poesía, el relato corto, el trabajo periodístico y la literatura de viajes. Disfruto con todos ellos, sin que la aparición de Rojo en la nieve pueda interpretarse como que vaya a concentrar mi actividad literaria en uno sólo.
En la novela hay un cierto elemento sobrenatural. ¿Por qué se decidió a introducirlo?
Antes me refería al inconsciente colectivo, profundo misterio que nos conecta directamente con una región de nuestro cerebro primitivo donde, además de esconderse nuestros instintos, permanecen agazapados terrores ancestrales que vienen acompañando al hombre desde las cavernas. Se trata de una región poblada por entidades que intuimos de naturaleza sobrenatural y que no alcanzamos a describir al provocarnos un horror de raíz metafísica.
¿Por qué no pone apellidos a los personajes de su novela?
Pretendía que la novela ofreciera una imagen desoladora y despiadada, casi inhumana, tanto en su aspecto literario como estético. El anonimato de los personajes creo que contribuye a transmitir esa sensación al lector, todo envuelto en una atmósfera invernal y gélida en la que espero que se sienta incómodo.
¿Por qué la ubica en los Estados Unidos? ¿No hay parajes tan tétricos como el que describe en España?
España ofrecía numerosos escenarios donde ambientar la historia, pero considero que la sociedad norteamericana y sus paisajes, con sus enormes desigualdades y frustraciones, alienada y violenta, ofrecía unas posibilidades literarias que encajaban perfectamente con lo que quería expresar en la novela.
Adelántenos qué está preparando para publicar.
Aunque no soy partidario de adelantar acontecimientos, puedo desvelar que estoy trabajando en un nuevo ensayo histórico y preparando un libro de poemas, obras que espero que muy pronto vean la luz y estén al alcance de los lectores.
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